Dar una vuelta por la FNAC de Callao no volverá a ser lo mismo.
Raúl (Juan Blanco) es un joven algo atormentado. Su padre (Enrique Villén) pasa sus días senil en una residencia. Lo que no sabe es que su existencia gris y monótona está a punto de romperse porque la sociedad del consumo así lo ha querido.
Su mejor amigo es nada menos que Miguel Ángel Muñoz. El mítico Tito Rober de Un paso adelante da vida a un personaje complejo y con un fuerte acento gaditano, siempre suponiendo que no sean realidades excluyentes entre sí. Dafne Fernández encarna a su novia en un emotivo reencuentro de dos minutos.
Raúl es seleccionado para participar en un novedoso concurso: escondiendo su identidad bajo el apodo de «EL FRIKI», deberá permanecer una semana encerrado en el edificio de FNAC Callao sin más contacto con el exterior que el que le aporten las nuevas tecnologías. Todo será retransmitido en directo por Interné, que nos vigila y eso.
Aura Garrido es una de las dependientas de la tienda, papel casi necesario en la carrera de una de las últimas musas indis del cine patrio. Encaja demasiado bien con el perfil del personaje, aunque su aportación se reduce a añadir tensión sexual y ayudar a nuestro héroe a conseguir 100.000 seguidores en las redes sociales.
Pero, claro está, hay elementos turbios en el edificio que lo alejarán de su objetivo y pondrán en entredicho la identidad corporativa de la empresa. Un vigilante fan de Pimpinela e Iker Jiménez que utiliza una aplicación del móvil para detectar espectros le sitúa tras la pista: el fantasma de una niña parece pulular por el inmueble.
Pongamos que, por lo que sea, hay una anciana que no para de observarle. Y que, además, puede ser monja. Digamos que hay un convento situado cerca. Igual el demonio se ha pasado a pillar unos deuvedés. Tal vez el omnipresente encargado interpretado por Pedro Casablanc tenga algo que decirle. (Esto no es espoiler, ojo)
Y así, entre el incipiente romance frustrado por las malignas circunstancias o un cameo promocional del prestigioso autor Maxim Huerta, se llega no sin cierta sensación de incredulidad a unos diez minutos finales en los que, por fortuna, todo estalla. Viral pretende ser la primera parte de una trilogía. Que MAM nos coja confesados.
