29 de marzo de 2024

Críticas: Magical Girl

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Ay, niña de fuego.

Existe una canción no muy conocida de la época psicodélica de Los Brincos llamada Mundo, Demonio y Carne. Los enemigos de la salvación del alma, las tentaciones que alejan al hombre de Dios plasmadas en un tema de cuatro movimientos diferenciados en el tempo, el uso de los instrumentos y la temática de cada uno de ellos, centrada en las tres tentaciones con un paréntesis entre el primero y el segundo que con un sonido tremendamente oscuro simula descender del mundo hacia los infiernos en los que se encuentran el demonio y los placeres de la carne.

En cuatro movimientos divide también Carlos Vermut su segunda película Magical Girl, a modo de prólogo inquietante y revelador de mucho de lo que va a acontecer durante el resto de la película, y de otros tres capítulos igualmente titulados Mundo, Demonio y Carne. La diferencia con la canción de Los Brincos estriba en que no se trata de capítulos desequilibrados ni en la forma ni en el fondo de lo que transmite cada uno de ellos. Se trata de una sola historia que se muestra desde varios puntos de vista y momentos en el tiempo que acaban convergiendo, con la que Vermut perfecciona tanto el estilo narrativo como la técnica que utilizó en su ópera prima, Diamond Flash, puliendo exhaustivamente el montaje para no dejar puntos muertos como sucediera en algunos momentos de aquella. Pero más que un puzzle que se vaya rellenando con las piezas que nos muestra, Magical Girl es un espejo roto en cuyos fragmentos vemos sólo el reflejo del daño que el mundo, el demonio y la carne han infringido en lo más profundo de los protagonistas. Sutilmente, sin mostrar ni desvelar absolutamente nada del camino tortuoso que los personajes han recorrido hasta desembocar en la historia que se cuenta, Carlos Vermut logra crear la sombra de una (o de varias) duda, restando complejidad a la trama para traspasarla a cada uno de los protagonistas, con una impecable utilización de los tiempos, los silencios, la precisión, las emociones contenidas y una atmósfera enrarecida que planea por toda la película.

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 Niña de fuego

Con la pantalla en penumbra, se escucha la inconfundible voz de José Sacristán señalando que la única verdad evidente es que 2 más 2 son 4. Su discurso y su temple se ven alterados por la presencia de una niña, por su juego aparentemente inocente que provoca en Damián (Sacristán) una amenaza velada que le agita en su interior y que contrasta con el escrupuloso orden que reina en su mesa.

La luna te besa 
tus lágrimas puras
como una promesa
de buena ventura. 

Mundo.

Alicia baila al son de las canciones japonesas de su idolatrada Magical girl Yukiko. A la ventaja que le supone a una adolescente el ser la niña de los ojos de su solitario padre, se le suma la aceptación de saber que no le queda mucho de vida y la consciencia de que su imparable leucemia es un arma más para conseguir cualquier cosa que desee. Desde una simple calada a un cigarrillo o un sorbo de gin tonic, hasta el vestido de Yukiko inalcanzable para un maestro en paro que debe vender sus libros al peso para poder dar de comer a su hija. Luis es la emoción por encima de la razón. La evidencia de perder a su hija en un futuro muy cercano, nubla su juicio y cualquier atisbo de comportamiento ético en pos de satisfacer todos los deseos de Alicia. Es el reflejo de un mundo corrompido por una escala de valores contraria a la de Dios, por la que según las escrituras sólo se alcanzan preocupaciones, miedos y la condena eterna. Luis y Alicia. Luis Bermejo y Lucía Pollán. Un pequeño mundo gris que se oscurece cada vez más en contraposición al colorido del universo anime y las ganas de vivir de quien necesita exprimir la vida con urgencia.

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La niña del fuego 
te llama la gente
y te están dejando
que mueras de sed. 

Demonio.

Bárbara. La niña que ha crecido físicamente pero que no ha dejado de ser la niña de fuego que jugaba al despiste con un profesor que ahora huye espantado al escuchar su voz al otro lado del teléfono. Aquejada de esquizofrenia, Bárbara se comporta como la niña que fue, que es, con su marido y a la vez psiquiatra. Consentida, manipuladora y fría, no existen las emociones para ella sino la razón y el pragmatismo por miedo a perder un nivel de vida al que está demasiado acostumbrada. Bárbara utiliza a Luis que se cruza en su camino por casualidad, provocando que se vuelvan las tornas y sea ella la utilizada, debiendo volver a abrir una caja de Pandora que pensó cerrada para siempre y le dejó como recuerdo un cuerpo lleno de cicatrices. Bárbara. Inquietante y espléndida Bárbara Lennie. Un demonio sometido a otros demonios interiores y exteriores, con el semblante siempre impasible y a la vez conmovedor de quien está rota por dentro y es capaz a su vez de romper el interior de los demás.

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Dentro de mi alma 
yo tengo una fuente
para que tu culpa
se incline a beber. 

Carne.

Las cicatrices de Bárbara no son sino el reflejo físico de las que ella dejó marcadas en el alma de su viejo profesor. Damián, tan pulcro y meticuloso como era cuando una niña se atrevió a desafiarle en su clase, sale de la cárcel en la que se intuye que entró por algún motivo relacionado con ella. Aquella sombra de duda ha dejado en Damián un miedo atroz a volver a una vida en la que existe Bárbara y que irremediablemente hará que vuelva a cruzarse en su camino.

Mujer que llora y padece 
te ofrezco la salvación
y el cariño ciego.
Soy un hombre bueno
que te compadece. 

Damián. Inmenso José Sacristán. Un hombre bueno que se compadece del sufrimiento de Bárbara como Edward G. Robinson de Joan Bennett en Perversidad. Como Fred MacMurray de Barbara Stanwyck en Perdición. Como John Garfield de Lana Turner en El cartero siempre llama dos veces. Como cualquier hombre bueno se compadece y trata de salvar a la chica a riesgo de la propia salvación de su alma; el conflicto entre la razón y la emoción. Vermut da una nueva vuelta de tuerca a la figura de la femme fatale y al cine negro de los años 40 llevando a unos personajes aparentemente normales, hacia una destrucción segura y sin marcha atrás. No se trata de buenos y malos, no sabemos, aunque intuimos, nada del pasado de unos y otros y de cómo la vida ha hecho que tomen unas decisiones que serán las que marquen el rumbo de la historia que se cuenta en Magical Girl.

Anda, vente conmigo
Niña de fuego

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