20 de abril de 2024

Críticas: La última aventura de Robin Hood

Robin Hood

Beverly, luz de mi vida, fuego de mis entrañas.

Errol Flynn fue una de las grandes estrellas del cine de aventuras del Hollywood clásico. El actor, que participó en clásicos del género como Robin de los bosques o El halcón del mar, fue también famoso por su gusto por las mujeres, las drogas y el alcohol. Unos hábitos que le llevaron a protagonizar las portadas de algunas publicaciones sensacionalistas.

La última aventura de Robin Hood, título español que alude tanto al género habitual en el que trabajaba el intérprete como a sus frecuentes affaires amorosos, se centra en los dos últimos años de vida de Flynn y su particular relación con Beverly Aadland, una adolescente que trabajaba en los estudios de cine como bailarina. Su noviazgo contó con la aprobación de la madre, una mujer que intentaba por todos los medios lanzar la carrera artística de la chica.

Los directores Wash Westmoreland y Richard Glatzer, autores de la cinta gay The Fluffer (El estimulador) y el drama indie Quinceañera, abordan la historia real desde un punto de vista tan equidistante del sensacionalismo como del retrato más o menos benevolente. La pareja de realizadores está lejos de crucificar al propio Errol Flynn y a la madre de su última y joven amante. Es verdad que nunca se debería haber permitido un romance entre un cuarentón y una menor de edad, pero también es cierto que el amor de la estrella por la adolescente era verdadero y que su progenitora buscaba un futuro para su pequeña y, a la vez, lograr que su hija fuera la estrella que ella no pudo ser.

The Last Of Robin Hood

Los realizadores no eluden tampoco los parecidos de su historia con la de Lolita, la magistral novela de Vladimir Nabokov. Al fin y al cabo nos encontramos con una relación entre hombre maduro y una muchacha que no ha llegado a la mayoría de edad, aunque en esta ocasión la progenitora de la joven no se encuentre casada con el amante de su hija y apruebe tácitamente el comportamiento de ambos. Por otra parte, el filme deja patente el interés de Flynn por encarnar en el cine a Humbert Humbert, el protagonista del libro del escritor ruso, y su insistencia en que Stanley Kubrick se encargará de dirigir la adaptación, como finalmente ocurrió.

Westmoreland y Glatzer apuestan por una fotografía colorista que recuerda en cierta medida a la estética de Imitación a la vida o Solo el cielo lo sabe, películas de Douglas Sirk para el productor Ross Hunter. A la vez, el largometraje muestra su intención de reproducir una cierta estética propia del cine clásico norteamericano, evidente en el uso de la retroproyección. Curiosamente, su particular revisión de la época previa a la revolución sexual de los setenta con algunos de los recursos formales de aquel tiempo parece deudora de algunos de los largometrajes de la productora del filme: Christine Vachon, responsable de títulos como Lejos del cielo y Bettie Page: la chica de las revistas. Lástima que Las aventuras de Robin Hood se distancie de la personalidad del trabajo de Todd Haynes para acercarse al academicismo un tanto televisivo de la de Mary Harron.

Robin Hood 3

No obstante, a pesar de tener la sensación constante de encontrarnos con una producción que se asemeja a las de la cadena HBO para la pequeña pantalla, la cinta sobresale por la buena labor de sus intérpretes. Susan Sarandon logra inyectar cierto cinismo a esa madre capaz de hacer todo lo posible para convertir a su hija en una celebridad, mientras que Kevin Kline imprime simpatía y carisma a su interpretación de Errol Flynn. Menos destacable es el trabajo de Dakota Fanning, que tiene que lidiar con el algo desdibujado personaje de la adolescente que cae en los brazos de la estrella madura.

En resumen, La última aventura de Robin Hood es una cinta curiosa que se ve con agrado, aunque no cale demasiado en la memoria del espectador ni sea fundamental para conocer a Errol Flynn, una de las grandes estrellas del cine clásico. Aquellos que quieran más información sobre la vida del actor tendrán que acudir a su autobiografía, Aventuras de un vividor.

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