25 de abril de 2024

Nocturna 2015: Día 2

III-2

Segunda jornada de Nocturna 2015.

Demonios internos, demonios legendarios y demonios humanos han protagonizado las tres películas que hemos visto hoy en el Festival Nocturna. En una noche en la que los fans de Robert Englund, y sobre todo de su alter ego Freddy Krueger, han podido disfrutar de su ídolo lanzando amenazas desde el photocall para más tarde recoger el Premio Maestro del Fantástico, momentos antes de la proyección de la primera película de la saga que le hizo mundialmente famoso,  en Cinema Ad Hoc, siempre a contracorriente, hemos visto tres películas que han ido de más a menos, con una diferencia abismal entre las dos primeras y lo que hemos tenido que sufrir en tercer lugar.

III
III

Quizá las cinco de la tarde no sea la mejor hora para programar en un festival como el Nocturna una película de las características de III, un film demasiado denso para aquellos que esperan empezar la jornada con buenas dosis de humor para no dormirse a la hora de la siesta. Y es una pena, porque la película de Pavel Khvaleev derrocha talento a raudales en todos sus aspectos (gracias Nocturna por devolvernos la esencia de la sección Dark Visions). La historia de dos hermanas que deben luchar contra la pandemia que ha acabado con la vida de su madre, por medio de métodos tan poco ortodoxos como el de introducirse en la mente y el espíritu de la hermana enferma para entender y sanar su dolor. III es una película que deja reposar las emociones, que transcurre de manera pausada y recurriendo a la voz en off de Ayia con la que intenta describir lo indescriptible de las sensaciones oníricas que sufre al introducirse en la mente de su hermana. El terror proviene en este caso de los pensamientos más ocultos de los seres humanos, que crean pesadillas inimaginables en quienes se aventuran a tratar de descubrirlos con la mejor de las intenciones. Sin duda un gran comienzo de la jornada de hoy y de nuestro acercamiento a la sección Dark Visions de Nocturna.

Dark was the night
Dark was the night

De los ocres de la maravillosa fotografía de III al blanco azulado que inunda la de Dark was the night. De la pequeña aldea europea a un no menos pequeño pueblo en la América profunda. De los demonios internos de las hermanas Ayia y Mirra al demonio de la culpabilidad de Paul que debe calmar para poder luchar contra otro surgido de una leyenda de los nativos americanos. En ambas películas la salvación pasa por las creencias, por acudir a la religión como última alternativa a pesar de no ser finalmente la panacea deseada. Jack Heller dirige a Kevin Durand y a Lukas Haas en un thriller sobrenatural con tintes de drama psicológico, muy en la línea de las historias de Stephen King. Paul (Durand) es un sheriff aquejado de un trauma severo por una desgracia familiar, cuya tranquilidad laboral se ve afectada por los extraños sucesos que provienen del bosque cercano al pueblo donde habita. Desapariciones de animales, salvajes asesinatos y unas enormes huellas que inundan el pueblo, hacen temer que las leyendas indias sobre los demonios del bosque se puedan hacer realidad. En medio de la solapada denuncia hacia la tala indiscriminada de los bosques y la profundidad psicológica de los personajes, Heller consigue con Dark was the night un entretenido y bello thriller al que por desgracia le falla una parte final más propia de un telefilm o de una posible saga (esperemos que no).

We are monsters
We are monsters

Mucho habíamos dudado entre si volver a ver Pesadilla en Elm Street por enésima vez o hacer de tripas corazón y esperar que We are monsters nos reconciliara con la pareja de directores formada por Sonny Laguna y Tommy Wiklund, aquellos que nos hicieron sufrir e indignarnos sobremanera con la ganadora (duele recordarlo) de la primera edición de Nocturna, Wither. Por un momento, el hecho de que la nueva película de los suecos tenga un guión algo (tampoco nos pasemos) más trabajado que la anterior, nos hacía olvidar el aspecto técnico, o la falta de cualquier tipo de técnica audiovisual en condiciones, tan lamentable como el que ya se dejaba apreciar en Wither. Pero no, el nivel de absurdez que tenía aquella se supera en We are monsters, al que se le añade más casquería, más zafiedad y por supuesto más risas no pretendidas. Si tenéis un buen recuerdo de la pareja que no salía de la cabaña plagada de demonios en Wither porque llovía, sí, os alegrará saber que la protagonista violada y apaleada múltiples veces por un trío de psicópatas prefiere quedarse en un rincón a la vista de cualquiera antes de salir corriendo porque…porque…porque…misterios del Nocturna. Mañana más.

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