Brujitas húngaras, exorcismos con Ipad y looks retro
Risas. Muchas risas nos han proporcionado dos de las películas que compiten en la Sección Oficial Fantástico del Festival Nocturna en la jornada de hoy. Dos largometrajes que llevan la parodia al extremo de maneras totalmente opuestas pero muy efectivas, con las que además de hacernos pasar los mejores ratos del certamen, ha subido considerablemente el nivel de la sección. Entre medias, una de las peores cintas de lo que llevamos de Festival. Dos de cal y una de arena.
Había ganas de ver Liza, the fox fairy, más que por otra cosa por saber con qué nos íbamos a encontrar después de un trailer tan desconcertante como el suyo. La primera película del director húngaro Károly Ujj Mészáros es todo un ejercicio de estilo visual al servicio del sarcasmo, la parodia y la caricatura de una sociedad decadente y en plena apertura hacia la occidentalización como lo era la húngara en los años 60. Ya su delirante argumento, la historia de una chica que es incapaz de encontrar el amor verdadero por culpa del fantasma de un cantante pop japonés que se ocupa de acabar con todo el que se acerca a ella, era indicador de un concepto original y transgresor dentro de lo que estamos acostumbrados a ver en el cine fantástico tan habituado a repetir los mismos esquemas y contenidos hasta la saciedad. La combinación entre lo maravillosamente kitsch de su puesta en escena, la banda sonora incidental que acompaña a determinados personajes y la diegética cantada (y bailada) por el fantasma, un humor gamberrísimo y la melancolía de la búsqueda del amor, amparada además en unos personajes disparatados pero perfectamente definidos, nos han hecho disfrutar mucho con Liza, the fox fairy. Nos aventuramos a decir que, salvo esas sorpresas que nos dan los festivales, junto con Exeter, de la que más adelante hablamos, es una firme candidata a acaparar varios premios de la sección oficial.
También había expectativas (malditas expectativas) con otra de las películas de Dark Visions, la canadiense Hellmouth. Su estética, mezcla de cómic con la serie B de las películas de terror de los años 50, hacía pensar que al menos encontraríamos una propuesta cargada de originalidad como la anterior. Y sí, visualmente se impregna de la esencia de las referencias anteriormente mencionadas, con un toque gótico con el que pretende introducirnos también en universos como los de Poe, Lovecraft o incluso Tolkien. Pero también es cierto que ese compendio de múltiples referencias, junto con las que utiliza argumentalmente y que no sólo incluye la fantasía y el terror sino también incluso el cine negro clásico, acaban por llevarla al más absoluto de los despropósitos. Ni siquiera la gran interpretación de Stephen McHattie consigue que nos tomemos en serio un guión que no sabe qué camino tomar. Lo peor de todo es que ni siquiera logra sacarnos alguna risa involuntaria. Una sesión para olvidar.
Afortunadamente elegimos bien la última de las películas del día, no sin bastante miedo ante lo que parecía un (otro) slasher con adolescentes descerebrados, y nos encontramos con la segunda sorpresa de la jornada: la divertidísima y autoparódica Exeter. ¿Cómo tenerle respeto, mucho menos miedo, a una posesión infernal si con el ipad te puedes descargar una guía elemental para realizar exorcismos? Obviamente los adolescentes protagonistas de Exeter parecen tener muy claro que, en los tiempos que corren, no hay más que googlear cualquier señal que un manicomio abandonado les haga para saber exactamente a qué se enfrentan. Marcus Nispel, que parecía destinado a ser el remakeador de clásicos de la fantasía y el terror sin mucho éxito, decide con Exeter dar un vuelco y hacer autocrítica parodiando las películas de género con todos los clichés habidos y por haber dentro de los subgéneros del slasher juvenil y las posesiones demoníacas. Y le funciona, vaya que si le funciona. No deja títere con cabeza, no sólo literalmente, en su ridiculización de los tópicos del género, caricaturizando sin piedad pero con un equilibrio perfecto para no rozar el ridículo obras como El exorcista o La matanza de Texas. A razón de las risas y las ovaciones, como mínimo el premio del público debería ser suyo.