29 de marzo de 2024

Críticas: Amy

Amy

Todo sobre Amy

Amy está en la isla de Santa Lucía (Caribe), tomándose un respiro, tomándose algo en un chiringuito del paradisiaco lugar. Una parejita aparece y le dicen que no quieren molestar pero que si no le importaría hacerse una foto con ellos. A Amy la respuesta le sale de las entrañas “si no quisierais molestar, no lo haríais”, acto seguido posa y, sonriente, accede a sacarse la foto con ellos. ¿Quién hace posible que se pueda ver esta escena tan privada, y a la vez, tan pública?, el mismísimo padre de la estrella.

Asif Kapadia, que ya mostró su talento con el documental Senna sobre el apasionado piloto de Fórmula 1 Ayrton Senna, vuelve con un film de “true fiction” (ficción verdadera) como el mismo lo llama. Ya en este film estrenado en 2010 Kapadia nos sumergía en una historia apasionante con un estilo muy propio y laborioso donde la voz en off de un preciado conjunto de testigos de su vida envolvía y completaba el significado de las imágenes que había ido recolectando el director británico.

Esta vez era el turno de, ni más ni menos, Amy Winehouse. Así de primeras no suena mal, un buen director contando la historia de una gran cantante con una vida, en términos cinematográficos, valga la redundancia, muy cinematográfica. Amy es una maravillosa película que logra aquello por lo que suele, gustar el cine, porque genera sensaciones a través de imagen y audio, sensaciones de empatía, de rabia, de indignación de admiración, de compasión…; puede que muchas más o alguna menos, pero lo seguro es que indiferente no deja.

Amy 2

En este caso el material utilizado también es fuera de lo común y aparentemente muy complicado de conseguir. Testimonios en voz en off del que fue su entorno e imágenes íntimas que crean un esbozo de lo que fue.

La estructura del film atraviesa las diferentes esferas de la vida de Winehouse. Comienza mostrando sus primeros pinitos en el mundo de la música a través de videos caseros, personales. Aquí se ve a una joven con una mezcla de timidez y carisma que llama la atención, cae bien. Resulta en ocasiones algo morboso (es lo que tiene saber el trágico final de esa chica que estas viendo en pantalla) pero le deseas el mejor de los éxitos porque ¡Vaya voz! y ¡Qué carácter tan curioso!.

Llegados a la segunda esfera se va viendo la evolución de Amy, los cambios que van sucedienco en su vida a medida que va escalando en su camino hacia ¿arriba?. Kapadia utiliza entrevistas realizadas por algún medio de comunicación. Su vida personal también se refleja aquí, su locura de amor con Blake Fielder-Civil. También el espectador se puede hacer una idea del tipo de relación que la joven mantiene con su padre o con sus amigas. Kapadia va dejando miguitas de pan en el camino hacia la destrucción de Amy, nosotros lo recorremos y nos podemos imaginar qué tipo de cosas han podido tener influencia sobre sus problemas con el alcohol, las drogas y la bulimia que sufría desde bien temprano. Vemos a un Kapadia justiciero que va señalando a los villanos de la historia y el espectador mira allá donde el apunta, lo logra. De hecho, parece que el padre de Amy, Mitchell Winehouse, no se siente especialmente fascinado por el poder narrativo del documental.

Amy Winehouse

Si hasta aquí ha habido mucha música, la última esfera, la última parte de la película Amy suena a flash de paparazzi y huele a turbio. Se le presenta como a un animalillo destruido, fuera de su hábitat, en un zoológico donde la gente se quiere sacar fotos con ella, pasar el rato en la peluquería riéndose de sus desdichados excesos o chuparle la sangre. Conmovedor.

Es un documental apto para todos los públicos, es decir, admiradores y detractores de la artista. Una película sobre el afán de superación, sobre la autodestrucción, sobre el amor y el desamor, sobre el éxito, sobre la decadencia, sobre la más profunda tristeza, sobre el morbo, sobre el sin(sentido) de la “prensa” rosa…etc. Lo único que no sabemos es si Amy le hubiera gustado tanto.

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