19 de abril de 2024

Críticas: El nuevo Nuevo Testamento

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Comedia a plazos.

El cartel promocional ya nos informa con la siguiente frase publicitaria: “Dios existe y vive en Bruselas”. Dios es un hombre de mediana edad, gruñón, irascible, desapegado de su familia y demasiado travieso, casado con una mujer tan bondadosa como distraída, padres ambos de una hija casi adolescente Ea, que quiere actualizar el Nuevo Testamento con ayuda de otros seis nuevos apóstoles. Leyendo este argumento ya nos podremos hacer una idea del nuevo largometraje dirigido por Jaco Van Dormael, el quinto sin contar sus cortos, episodios en films colectivos y documentales. Una filmografía a lo largo de veinticinco años que comenzó en 1991 con Totó, el héroe, otro film sentimental y evocador de estilo retro aunque la historia rozase la ciencia ficción.

Podemos encontrar unas constantes distintivas de autor en las películas del realizador belga. En cuestión de género temático suele usar el fantástico. En la ambientación, los escenarios futuristas o intemporales. En cuanto a música, sus bandas sonoras recurren a estándares de la canción melódica popular de varios países y a piezas sinfónicas clásicas. Completaremos este recorrido del realizador con la ironía suave, los romances casi infantiles y los buenos sentimientos que transitan por los guiones que firma solo, o en colaboración, para sus historias.

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El nuevo nuevo testamento tiene una presentación dinámica de los protagonistas y su situación, en la que hay mucho humor, efectos especiales que refuerzan imágenes estéticas y quizás los mejores momentos del film en el despacho de Dios, interpretado por Benoît Poelvoorde. Las escenas hogareñas de su mujer, una correcta Yolande Moreau en su papel. O las intervenciones de Jesús, el hermano de Ea, encarnado en forma de pequeña escultura. En todo momento se maneja una visión divertida pero no totalmente irreverente de la religión católica, pero este tratamiento apenas dura el primer acto, unos veinte minutos del film, mientras que después el desarrollo cambia radicalmente.

A partir de la peregrinación de la protagonista, Ea, período durante el que buscará a los apóstoles que la ayudarán a concluir su nuevo testamento, el film deriva convertido en una película dividida en seis episodios, marcados por una cabecera y el nombre de cada uno de los seis personajes, caracteres de distinta edad, sexo y condición que no resultan carismáticos, tampoco empáticos y están tan perplejos como las actrices y actores que les dan vida. Este largo núcleo central apenas presenta giros argumentales, o en todo caso son cambios tan leves que no se aprecian. Basta decir que quizás el más interesante sea el gorila que se enamora de la mujer rica que interpreta Catherine Deneuve.

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El film se prolonga con este grave error de planteamiento que, quizás si se hubiera escrito por capítulos para una miniserie de televisión, tendría un resultado más adecuado a su ritmo sincopado por las intervenciones divinas de Poelvoorde y Moreau, seguramente los mejores actores cómicos de la función. El montaje no resulta equilibrado en el paso e intensidad de unas escenas a otras y la chica protagonista resulta un poco impertinente. Tampoco colaboran las voces en off, los subrayados visuales a los diálogos y viceversa, dando lugar a un cúmulo reiterativo de acciones, gags, situaciones y chistes explicados y repetidos en varias ocasiones. Es una película tan contada y recontada que tendría verdadero sentido en un festival de cine orientado a público invidente, y conste que esto no lo escribo como apunte irónico. Aunque yo puedo estar perfectamente equivocado, ya que la película ha desfilado por los festivales de Cannes y Sitges 2015.

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No se le puede negar a Jaco Van Dormael su capacidad de conseguir imágenes con fuerza visual, junto al empleo de los movimientos de cámara y angulaciones con un sentido narrativo, pero muchas veces se le va la mano con sus funciones estética e hiperbólica, más cercanas a la publicidad. De cualquier modo, filtrando todo lo comentado, El nuevo nuevo testamento posee un buen principio, alguna secuencia que demuestra la creatividad y valía narrativa de su autor, como es la de los mensajes simultáneos que recibe todo el mundo en sus móviles, y otras como las del largo túnel a través del tambor de la lavadora. A pesar de todo, es muy probable que encuentre un público agradecido por el estilo naíf y de búsqueda vital que desprende todo su metraje.

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