29 de marzo de 2024

FICX 2015: Día 1

La calle de la amargura

Primera crónica desde Gijón.

Volvemos al Festival Internacional de Cine de Gijón, el FICX, en una edición que se abría ayer con la entrega de los premios Mujer de Cine a la representante Katrina Bayonas, y el premio Nacho Martínez al actor José Sacristán, y que este año trae a la ciudad asturiana nombres como los de Apichatpong Weerasethakul o Emily Richardson, a quienes se homenajea con sendas restrospectivas de sus filmografías, o secciones temáticas como Sigue grabando centrada en films basados en el llamado metraje encontrado.

En cuanto a las películas de las que os vamos a ir hablando en estos días, la primera jornada comenzaba con la última película de uno de los grandes nombres de la cinematografía mexicana, Arturo Ripstein. Inspirada por un hecho real que aconteció en Ciudad de México en 2009, La calle de la amargura toma este suceso, el asesinato de dos luchadores enanos a manos de dos prostitutas, para dibujar en blanco y negro todo un submundo de personajes marginales y rayando en lo grotesco de los barrios bajos de la capital azteca. La fealdad que los personajes tratan de ocultar tras el maquillaje, el vestuario o las máscaras, al mismo tiempo se ve reflejada constantemente en los espejos como una manera de no poder escapar de ella, de un mundo – una calle – anclada en la amargura de la supervivencia. El juego de luces y sombras y la utilización de secuencias excesivamente cortas y separadas por abundantes fundidos a negro, potencian esa sensación de enclaustramiento de los personajes en su pequeño mundo de miseria. Un México bicolor e hiperrealista que parece formar parte de las fotografías que se exponen este año en el FICX de Luis Buñuel durante su estancia allí.

Under electric clouds
Under electric clouds

Más miseria económica y moral es la que retrata Aleksei German hijo en la sorprendente, y en algunos momentos hasta desconcertante, Under electric clouds. Miseria entre la nieve esta vez, bajo luces de neón, estatuas imposibles y nubes eléctricas, entre las ruinas de edificios inacabados que otrora fueron grandes proyectos de prosperidad. Siete capítulos conforman un relato que analiza la historia reciente de Rusia mediante metáforas no siempre del todo entendibles, con las que habla de un futuro incierto y aún más mísero que el presente, de un pasado que unas veces fue glorioso, otras sumido en la desilusión y otras absolutamente despreciable, pero siempre como ese edificio: en constante intento de construcción. Así parece también German realizar su película, a base de historias que se construyen y deconstruyen en un ejercicio narrativo que puede resultar irritante para muchos espectadores (de hecho más de una docena de personas abandonó la proyección antes de acabarse), pero que mantiene la coherencia con lo que quiere reflejar, además de una exquisita potencia visual.

The invitation
The invitation

Terminamos la jornada con otra muestra de Géneros Mutantes, esta vez con la flamante ganadora del pasado Festival de Sitges: The invitation. Es curioso cómo un festival que suele conceder el primer premio a producciones tan arriesgadas como Holy Motors, Borgman o incluso la irregular pero igualmente interesante I Origins, este año se haya decantado por una película tan predecible y carente de personalidad como The invitation. De entrada, el prólogo en el que un hecho aleatorio ponga sobre la mesa la cuestión de la piedad ante el sufrimiento de un animal, ya avanza el tema recurrente de la superación y la compasión por quien sufre de toda la película. Reconociendo la habilidad de Karyn Kusama para dominar el suspense, potenciando una atmósfera en la que la paranoia se alimenta por un lado del dolor que supone una pérdida, y por otro de la constante sobreexposición, rozando la parodia, de la filosofía barata de autoayuda para la superación, sorprende el poco riesgo que toma con un guion que deja entrever todas las intenciones de los protagonistas sin dar pie a que ese suspense pueda derivar en un desenlace más allá de los tópicos del thriller psicológico.

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