26 de abril de 2024

Entrevistas: Margarethe von Trotta

Margarethe von Trotta

Charlamos con la directora de El mundo abandonado.

 

– Hablando del pasado como territorio, que siempre ha ocupado un lugar preferente en su filmografía, en esta película en las últimas secuencias los personajes incluso hacen un brindis por el pasado en lugar del futuro.

Margarethe von Trotta: No, es al revés. Caterina dice por el pasado y él, su padre, le corrige y dice por el futuro, porque de pronto ha recuperado un futuro que no tenía.

– Claro, por ese motivo es la pregunta. ¿Qué importancia tiene el pasado en su cine y de una manera particular en este film?

M.T.: Sí, tienes razón, mis películas hablan del pasado. Pero esto es en particular por la Historia en nuestro país, Alemania y sobre todo de mi generación. Tenemos un pasado terrible y se debe a un acto político. En los años cincuenta, cuando íbamos al colegio, no se hablaba del pasado. Estudiábamos literatura, poesía, las materias que quieras. Pero no se estudiaba la Historia, al menos no la de los veinte años anteriores. Cuando luego, en los sesenta se empezó a saber, fue algo chocante, saber que nosotros, o sea nuestros padres y gente cercana habían hecho eso, parecía increíble. De ahí proviene ya no solo el pasado histórico, sino el más personal, lo que nos forzó a preguntar directamente a nuestras familias qué hicieron en los años treinta y cuarenta.

– Partiendo de una historia autobiográfica, ¿no se planteó realizarla como un documental ya que tenía material y documentación suficiente?

M.T.: No, yo nunca he hecho un documental. Mi hijo sí que es documentalista. Para mí hacer la historia personal como un documental me resultaría imposible. Primero, porque mi padre falleció cuando yo tenía diez años. Mi madre murió en 1979. Conocí a mi hermana después de la muerte de mi madre, así que ella tampoco llegó a conocerla. En total, no había nadie más que conociera a todos y habría sido como hacer un documental sobre mí misma.

El mundo abandonado
El mundo abandonado

– Al hilo de lo comentado sobre el pasado, ¿aborda de la misma forma las películas sobre el pasado histórico en sí y las que lo abordan desde el pasado íntimo de los personajes que se cruzan con ese pasado de la Historia? ¿Es diferente la manera de trabajar en los dos casos?

M.T.: Sí, desde luego es una forma culturalmente diferente porque cuando hablamos de personajes históricos como pueden ser Hannah Arendt o Hildegard von Bingen, me tengo que documentar muchísimo, leer cantidad de material sobre esos personajes. No solamente libros y biografías sobre ellas, sino también cartas, correspondencia. Eso es lo que más me interesa, porque si existe correspondencia, es la que realmente me da perspectiva sobre esas personas, descubres a la persona histórica. No digo que no invente escenas porque en ningún libro histórico me describen la vida diaria de esas mujeres, pero eso ya es otra cosa. Digamos que el trabajo base de documentación es enorme, a veces tengo una preparación de dos años. Ahora bien, cuando hago una película íntima, personal, el trabajo es distinto. Es como abrir una cremallera y dejar al subconsciente fluir e invadir porque en ese momento la responsable soy yo. No tengo que ponerme al nivel de ningún personaje que haya existido, solo es una cosa mía, que puedo construir con mi subconsciente. Además que tratar una figura histórica requiere una responsabilidad, no puede tratarse de cualquier forma sin documentarse.

– ¿Pero qué le resulta más difícil, porque muchas veces mostrar vivencias propias puede ser más complicado?

M.T.: Las películas históricas son más difíciles, no porque tenga que documentarme mucho o trabajar más, sino porque no me considero tan inteligente como Hannah Arendt, como Rosa Luxembourg. Entonces mi miedo siempre es no estar a la altura de ellas y en lugar de hacerles un homenaje, bajarlas del pedestal, eso es lo que me da miedo realmente. Pero bueno, tratándose de mí misma, vale, qué mas da, yo sería la única perdedora. Si alguien me dice “mira, todas tus películas has sido una mierda”, pues lo habrán sido, por lo menos lo he intentado, algo es algo. Cuando empecé a trabajar siempre he tenido en mente una cita de Bertolt Brecht, que dijo «Mejor hacer mierda que no hacer nada». Es el problema de mi vida.

– En cuestión del género cinematográfico la película comienza como un melodrama, pasa por el fantástico y concluye como una comedia prácticamente. También se diferencia de Hannah Arendt en cuanto a la concentración y la intensidad del sentimiento. ¿Cómo pasa de un registro a otro?

M.T.: Soy yo, todo depende de mí. Todos somos diferentes, no es solo en blanco o en negro. Todos tenemos diferentes posibilidades, intereses, puedo hacer esto y puedo hacer otra cosa. Antes de ser realizadora, cuando trabajaba como actriz, vi muchísimo cine y me gustan películas de cualquier género. Y hace poco desde el Museo de Cine de Frankfurt me pidieron una lista de las que considerase mis películas favoritas y elegí de distintos autores como Ingmar Bergman, Alfred Hitchcock o géneros diversos como la comedia y el musical. Todo eso forma parte de mí y de mi cine. Por ejemplo escogí Ritmo loco con Fred Astaire y Ginger Rogers o Gritos y susurros de Bergman. Las dos me encantan.

El mundo abandonado
El mundo abandonado

– Algo que está presente en El mundo abandonado y en el resto de su filmografía es la confrontación entre lo que significa ser mujer hoy y en el pasado, digamos la mirada sobre la singularidad femenina. De hecho en el pasado se le puso a usted la etiqueta de cineasta feminista.

M.T.: Sí, una feminista me tachó de cineasta feminista, no yo. Pero, ¿habéis preguntado alguna vez a un realizador «por qué haces películas sobre hombres»?

– No, pero la pregunta iba más sobre la evolución de la mujer, no sobre la mirada de la mujer.

M.T.: Desde luego, efectivamente. Quizá me interese tanto el tema, quizás haga películas sobre mujeres porque mi madre no tuvo una vida fácil realmente y yo estaba muy cerca de ella. Mi madre no lo pasó muy bien. También me interesa mucho mostrar la evolución de las mujeres desde el pasado a lo que ocurre en la actualidad, e incluso hasta dónde podemos llegar. Reconozco que mi público es mayoritariamente femenino y que también es entusiasta, eso me permite mostrar ciertas cosas, guiar un poco.

– ¿Qué huella queda en el cine actual de su país de lo que se llamó Nuevo Cine Alemán?

M.T.: Es gracioso porque ya no somos el Nuevo Cine Alemán, somos el “viejo cine alemán”. Ahora los nuevos son otros.

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