26 de abril de 2024

Festival de Sevilla 2016: Crónica 4

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Y las carcajadas llegan al SEFF.

Hoy la cosa va de estupendas comedias y de cómo contar historias a través del humor, así que vamos al lío.

It’s not the time of my life, del búlgaro Szabolcs Hajdu, estuvo presente en el Festival de Karlovy Vary donde se alzó con el premio a mejor película y a mejor actor, que recibió el propio Szabolcs Hajdu, que además de dirigir y encargarse del guion, interpreta a Farkas, uno de los protagonistas de la cinta.

La película gira en torno a las relaciones dentro de dos familias, y entre ambas familias. Por un lado tenemos a Farkas, Ezster y su hijo Bruno, en apariencia la familia perfecta. Y por otro lado tenemos a Ernella, Albert y su hija adolescente Laura, en apariencia la familia menos afortunada. La relación entre ambas también es familiar ya que Ezster y Ernella son hermanas y claro, como en todas las familias en estas también cuecen habas.

Farkas y Ezster no se ponen de acuerdo en la manera de educar a su hijo. Ya se sabe que un hijo, siempre es foco de conflictos en la pareja y en este caso lo fundamental reside en donde poner los límites. Él quiere ser más estricto y ella cree que hay que ser más relajado con las normas, con lo que el conflicto está servido.

En el caso de Ernella y Albert, el problema no es la hija adolescente, como pudiera parecer, sino su relación de pareja. Esta familia acaba de regresar de Escocia, después de su enésimo fracaso, y eso le ha pasado factura al matrimonio.

La familia de Ezster está integrada en su país, tienen una buena casa, no tienen problemas económicos y llevan una vida holgada. La familia de Ernella, que no tiene raíces en su país de origen, ya que llevan saltando de país en país unos cuantos años, siente que no pertenecen a ningún sitio, y tienen problemas económicos. Mientras unos viajan por placer, otros viajan por obligación. Son las dos caras de la misma moneda de Hungría (aunque sería aplicable a muchos otros países y no habría que irse muy lejos).

El director radiografía su país al mismo tiempo que lo hace con las relaciones familiares y humanas, que nunca son fáciles. La familia de Ernella se ha trasladado temporalmente a vivir con las de Ezster y claro, los roces salen a la superficie. Que si tú tienes y no yo, que si tu hijo una cosa y tu hija la otra, que si papá siempre te dio más a ti que a mí, que si tú ni siquiera le llamas. Vamos, lo típico de todas las familias.

El acierto de Hajdu es contarlo con humor, con mucho humor. Hay situaciones verdaderamente desternillantes con miradas, planos y diálogos que hacen que la carcajada sea totalmente incontrolable. Juega con las situaciones que se generan cuando una familia está en la casa y la otra no, con las actitudes machistas de los maridos de ambas familias, con la relación de los primos. Es capaz de contar lo que quiere, con un toque de humor que es muy de  agradecer.

Ma Loute
Ma Loute

Continuamos con el delirante humor de la loca propuesta de Bruno Dumont, Ma Loute. El director, y también guionista de la cinta, nos traslada a 1910 y a un pueblo pesquero del norte de Francia en el que en el verano conviven la burguesía, con la gente que habita el pueblo durante todo el año. El choque entre ambos es brutal, en esta sátira de burgueses y paletos.

Ma loute sigue la estela de la mini serie que Dumont realizó para la televisión, El pequeño Quinquin (P’tit Quinquin, 2014) pero con un universo amplificado y más gamberro. En esta cinta también tenemos un misterio por resolver. Los burgueses empiezan a desaparecer misteriosamente sin dejar ni rastro. Estas desapariciones son investigadas por un inspector de Calais, acompañado de su ayudante, que no pueden dejar de recordarme a Hernández y Fernández . Os aseguro que este tándem no tiene desperdicio. El inspector Machin se hincha (más de lo que ya está) cuando no consigue resolver un caso y Malfoy lo da todo por el jefe. Es servicial a más no poder. Tanto que cuando su jefe se hincha tanto que sale volando cual globo de helio, el entrañable Malfoy le ata una cuerdecita en el tobillo y se lo lleva a todas partes.

Por un lado tenemos a los Brufort, mariscadores y caníbales que viven en St. Michael, el barrio de los pescadores. Por otro están los Van Peteghem, burgueses e incestuosos que viven en una villa de estilo egipcio; ptolemaico, para ser más exactos, con unas vistas privilegiadas a la Bahia. Los Van Peteghem llegan al pueblecito por sus vacaciones estivales, encontrándose por el camino con  los Brufort, que vienen de la recogida del mejillón. Es inevitable que las miradas del mayor de los Bufort, Ma Loute, y la mayor de los Van Peteghem, Billie, se encuentren y surja la chispa. Aquí tenemos a un Romeo y a una Julieta muy particulares.

Los Van Peteghem se comportan con displicencia, como pagados de sí mismos y en su presentación en la cinta pasan más tiempo en el suelo que de pie. Son torpes a más no poder. Yo creo que se debe a las pequeñas malformaciones debidas a tantos años de incestos y casamientos entre primos. Son para verlos. Por su parte los Brufort son trabajadores incansables. Cuando no están mariscando, se dedican a ayudar a los burgueses a cruzar la bahía. En brazos, eso sí, que para qué van a usar el barco. Y entre trabajo y trabajo reponen fuerzas con un buen puchero de deditos humanos.

Pocas veces me he reído tanto en el cine como con las peripecias de estas dos familias y la resolución de las misteriosas desapariciones. Además la fotografía es magnífica, los encuadres teatrales que utiliza Dumont una pasada (algunos planos son verdaderos cuadros dignos del Prado) y la dirección de actores es soberbia. Los personajes, que están llevados al extremo sin llegar nunca a traspasar ese límite del ridículo, son hilarantes y todos los actores que los interpretan están estupendos, por lo que es justo agradecer a Valeria Bruni Tedeschi, Fabrice Luchini, Angélique Vergara, y Jean-Luc Vincent su inmenso trabajo. No obstante no quiero dejar de comentar el papelón de Juliette Binoche y su, para mí inesperada, vis cómica. Os aseguro que todo este viaje merece la pena.

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