23 de abril de 2024

Muestra SyFy 2017: Día 2

the good neighbor

Psicópatas, sociópatas, adolescentes curiosos y viejas glorias.

Parece mentira que con el “nivelazo” que hubo el viernes en la Muestra SyFy, el día de ayer resultara tener nivelazo sin entrecomillar, ¿quién lo hubiera adivinado? De las cuatro películas que vimos, solo vamos a hablar de las tres primeras porque ¿para qué ensuciar una crónica buena con las mamarrachadas de Rob Zombie?

De adolescentes curiosos y algo sociópatas se encargaron las dos primeras películas de la tarde. En The good neigbor, además, asistimos por un lado a la influencia que cualquier mínimo hecho tiene en cada persona dependiendo de sus circunstancias; a las tragedias que esos hechos triviales pueden desatar sin que se realicen con ningún propósito. Por otra parte, la película de Kasra Farahani alude, aunque no de manera excesivamente explícita, a la obsesión por la fama que en la era de las redes sociales se expande como un virus: En un momento de la película, uno de los personajes improvisa una canción en la que entre bromas desea que el experimento que están llevando a cabo los dos adolescentes que protagonizan el film llegue a un millón de visionados en la web. Dicho experimento, basado en El experimento del pequeño Albert llevado a cabo por John B. Watson en 1920, consiste en provocar algún tipo de reacción a situaciones que no implican ningún efecto directo en una persona pero que, por inesperadas, pueden ser extremadamente desconcertantes. Ethan y Sean, los adolescentes, se decantan para su proyecto por un vecino del primero; un anciano solitario al que da vida James Caan, del que especulan con su vida sin saber nada de la misma. Mezcla de thriller y drama psicológico, narrado en diversos flashbacks en los que combina una técnica narrativa tradicional con el tan socorrido punto de vista del found footage (aunque esto último hay momentos en los que se lo pasa por el forro), The good neighbor es un ejemplo interesante de cómo partiendo de lo que parece un típico thriller de sobremesa, puede derivar en una reflexión sobre las consecuencias que puede acarrear el interferir aleatoriamente en las sensaciones ajenas.

I am not a serial killer
I am not a serial killer

De James Caan a Christopher Lloyd. De vecino retraido y solitario a vecino enfermo y cariñoso de otro adolescente curioso en I am not a serial killer, la sorpresa (y desde ya la PELÍCULA) de la Muestra de este año. John Wayne Cleaver, con nombre de psicópata asesino (además del Duque, claro), es también un sociópata adolescente que además se sabe con tendencias homicidas pero que lucha contra ellas y por mantener el control sobre sus impulsos. Con el desencadenante de varios asesinatos en el pequeño pueblo en el que vive con su madre y su tía, las propietarias de la funeraria local, John comienza a cuestionar su propia curiosidad por las acciones del asesino mientras trata de superar su falta de empatía para evitar que aquel vuelva a matar. Un thriller complejo y sorprendente cuyo giro hacia lo sobrenatural no resta verosimilitud a la historia, basada en el libro homónimo de Dan Wells. Al igual que la anterior película, en I am not a serial killer también encontramos reflexiones interesantes sobre el acoso al diferente (tremenda la escena en la que John se enfrenta verbalmente a su acosador del instituto) y sobre la soledad y el miedo a envejecer.

Pet
Pet

Mucho más loca e inverosímil, aunque no por ello carente de interés, es Pet, la película dirigida por Carles Torrens y protagonizada por Dominic Monaghan que viene a resucitar de manera más desquiciada y algo gore la novela El coleccionista de John Fowles. Igual que en aquella, el protagonista de la historia es un chico tímido que se enamora de una chica guapa que ni sabe de su existencia. La espía hasta el punto de creer conocerla como nadie y la secuestra para demostrarle su amor. Hasta aquí nada nuevo; una historia de un psicópata enamorado como tantas otras. La diferencia está, como la estaba en El coleccionista, en que la secuestrada sabe muy bien cómo manipular la situación para sacar todo el provecho que necesita, no tanto para salir de su jaula como para beneficiarse personalmente en otros sentidos. El giro argumental que da Pet en su segunda mitad es tan insospechado que obviamente no os lo vamos a destripar, pero consigue que el disparate en el que se convierte se olvide a favor del juego de dominación que propone. Una lucha entre psicópatas perturbadora hasta el final, en la que siempre vence quien menos tiene que perder. A ver si el último día de la Muestra mantiene el nivel.

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