25 de abril de 2024

Críticas: Glass (Cristal)

La psique del superhéroe.

Más cercana a un cómic de papel, estilo Watchmen de Alan Moore o los Batman de Frank Miller, que a la propuestas cinematográficas recientes de Marvel y DC, Glass (Cristal) es la sublimación de la fusión entre ambas expresiones artísticas. Así pues quizás sería indispensable dejar claro desde buen principio que el último trabajo de M. Night Shyamalan no es un Los vengadores con David Dunn, Glass y la Bestia, sino un estudio minucioso de tres personajes cuyos superpoderes acarrean responsabilidades y peligros insondables. La película transita por varios géneros y va cociéndose a fuego lento, con múltiples plot twist marca de la casa mediante, hasta concluir en un clímax, aparentemente anticlimático, pero idóneamente natural con el tono del filme.

El proyecto de Glass (Cristal) nació en la escena post-créditos de Múltiple, la película que hace tres años volvió a poner en boca de todo el mundo al director de El sexto sentido. Tras el terrorífico secuestro de tres chicas orquestado por el personaje con varias personalidades interpretado por (un soberbio) James McAvoy, David Dunn, el protagonista de El protegido (la mejor película del director), aparecía por sorpresa y presagiaba una lucha entre el bien y el mal desde la óptica de unos superhéroes cotidianos. Dos hombres que uno podría cruzarse cada día al ir al trabajo y no percatarse de su verdadera naturaleza. M. Night Shyamalan funde el universo de ambas películas en un thriller sobrenatural y ofrece, con gran acierto, una película de superhéroes con más enjundia (psicología, en este caso) que acción desmesurada y entretenimiento palomitero.

Glass (Cristal) es el paradigma de la perfección imperfecta, porque no es ni mucho menos un filme redondo ni funciona a todos los niveles ni termina de conjugar con brío todas las tramas y temas planteados. Ahora bien, en todo momento, Glass (Cristal) resulta hipnótica y aturde (para bien) con su infinidad de metáforas y juego psicológico con el trío protagonista. De la reunión de estos torturados y desorientados personajes uno no esperaría, a priori, una analogía política, pero Shyamalan enarbola un discurso sobre la sociedad del terror y los nuevos populismos que, sin ser el motor de la historia, sí tejen una interesante doble lectura y abren la puerta a un spin-off con el nuevo personaje de Sarah Paulson, un poco desaprovechada durante el metraje y revalorizada en su recta final. La nueva obra del director de Señales es la suma de distintos planteamientos que, de ningún modo, pueden analizarse pormenorizadamente en un primer visionado y, mucho menos, desde los complejos (o directamente tirria) con que algunos se adentran en el universo del cineasta hindú.

M. Night Shyamalan ha creado una estupenda trilogía sobre el superhéroe corriente y, como ya apuntaban El protegido y Múltiple, el leitmotiv que hermana a todas ellas es el estudio de la conducta humana y de la identidad, forjándose en la dicotomía del bien y del mal, pero menoscabando los límites morales de este maniqueísmo arraigado en la sociedad mediante un juego de engaños. Aquí Glass (estupendo Samuel L. Jackson) emerge con una despiadada deidad capaz de controlar, torturar y manipular a todo aquel que se cruce en su camino o, directamente, aquel a quien él quiera llevarlo a un punto determinado (el clímax anticlimático referido al inicio de la reseña).

El protegido sorprendió, sobre todo, por mostrar un cine de superhéroes distinto y por una propuesta formal soberbia (el encuadre, los juegos de espejos…) que en Glass (Cristal) Shyamalan prosigue con su habitual habilidad con el manejo de la cámara, incluso una película tan insulsa como El incidente tiene una dirección estupenda. A tenor por las críticas publicadas en Estados Unidos, el nuevo trabajo de M. Night Shyamalan va camino de convertirse en la enésima película incomprendida de su filmografía, como en su día lo fue la misma El protegido y, posteriormente, El bosque. Ambas, tres lustros después, son muy reivindicadas. El tiempo pondrá en su lugar Glass (Cristal), servidor espera un pronto segundo visionado para situarla dentro de la obra de Shyamalan, pero como cierre de la trilogía es imperfectamente asombroso y abrumadoramente inteligente en su propuesta fílmica y narrativa: desde su fusión de cine y cómic hasta su oda al cine fantástico en todas sus vertientes. En definitiva, Glass (Cristal) es buena, muy buena.

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