Críticas: Un amigo para Frank

Alabada por premios el pasado año en Sundance y Sitges, llega a los cines españoles la comedia dramática Un amigo para Frank.

Por Sofia Pérez Delgado:

Ambientada en un futuro cercano y realista, en el que los avances tecnológicos están integrados de manera muy natural en la vida diaria de los seres humanos, nos encontramos ante la ópera prima del director Jake Schreier, una película pausada, dialogada, que reflexiona sobre un futuro dominado por la tecnología, pero que, por una vez, en lugar de ser una crítica, se trata más bien de una visión positiva sobre el mismo, explorando más sus ventajas que sus inconvenientes. Schreier incorpora en su película elementos futuristas sin romper con la cotidianidad. La ciencia va avanzando inevitablemente, así que lo mejor que podemos hacer es acostumbrarnos a ella y aprovechar las ventajas que pueda ofrecernos, ese es el mensaje. Aún así, no nos equivoquemos, estamos ante una película muy humana, de personajes que, aunque tienen poco desarrollo, están muy bien presentados y tratados, y que habla de temas que a todos nos afectan como la familia, la vejez, la soledad o la amistad. El robot, al que dan vida los movimientos de la bailarina Rachael Ma y la voz de Peter Sarsgaard, no se sale de su registro ni tiene un gran carácter propio (vamos, que no nos vamos a encontrar con un nuevo Wall-E), aunque posee cierta personalidad. Por su parte, Frank Langella aporta, como siempre, su enorme personalidad al solitario y malhumorado protagonista, pero su personaje resulta antipático, es un tipo que no aprende de sus errores ni se arrepiente. Tal vez por eso congenia mejor con el robot que con las personas, porque él mismo parece una máquina. Junto a Langella, el conjunto de secundarios está formado entre otros por unos Susan Sarandon, James Marsden y Liv Tyler muy solventes pero estereotipados, sus personajes sí que buscan la empatía pero quizás en exceso, son demasiado buenos como para resultar del todo creíbles. Un amigo para Frank es una especie de buddy cop-robot movie, pero más amarga que lo que cabría esperar. Es de agradecer que no se regodee en lo dramático para ser gratuitamente sensiblera y lacrimógena, pero hay un término medio entre eso y dejarnos fríos, y a mí no me llegó a emocionar en ningún momento. Una película para ver agradablemente, sin más.

Por Sergio de Benito:

Un huraño y solitario anciano que empieza a sufrir lagunas en su memoria, unos hijos ocupados que apenas pasan tiempo con él y la presencia creciente de la inteligencia artificial en una cotidianidad cercana, quizá ubicada dentro de unos 10 o 15 años. Estos son los ingredientes de Un amigo para Frank, en la que el debutante Jake Schreier –antiguo teclista de Francis and The Lights, grupo responsable de una notable banda sonora– apuesta por no recargar en exceso ninguna de las líneas argumentales que sostiene. Y es que, utilizando el material de partida, podría haber resultado el drama más sensiblero, la comedia más moralista o incluso entrar de lleno en el thriller de atracos. Sin embargo, lejos de suponer un problema, esta dosificación otorga a Un amigo para Frank su mayor virtud: la de no pretender en ningún momento abarcar más de lo que corresponde a un agradable, aunque no excesivamente complaciente, cuento sobre la vejez y la memoria apto para cualquier tipo de público. Un espléndido Frank Langella y la humanidad de la máquina que lo acompaña son el alma de una película tan fácil de ver como de olvidar, cuyos 90 minutos transcurren en un suspiro y que se presenta capaz de revelar en apenas un par de secuencias la práctica totalidad de su esencia, que versa sobre la confrontación de los problemas humanos en un mundo cada vez más artificial. Una sociedad que destruye libros en masa para conservar únicamente la frialdad de sus datos, pero en la que paralelamente una máquina puede llegar a ser consciente de su condición de sirviente temporal de un humano, rescatando irónicamente a través de su peligroso pasado delictivo la flor de una vida que se apaga. Nada excepcionalmente tratado ni sobre lo que no se haya reflexionado antes y cuya actualización, sin embargo, termina por agradecerse.