26 de abril de 2024

Críticas: El ritmo de la venganza

Resurgiendo de las cenizas a mamporrazos.

La desazón absoluta. Un dolor irremediable. La caída en desgracia tras la trágica muerte de sus familiares en un accidente de avión. Stephanie, la protagonista de este interesante aunque irregular thriller, lleva tres años viviendo en una espiral de autodestrucción, entre drogas y prostitución, sin poder salir a flote de su inmenso trauma. Un buen día, un periodista se le acerca y le asegura que el supuesto siniestro no fue fortuito, sino a consecuencia de un atentado terrorista, escondido por los servicios secretos británicos. La joven londinense encontrará una nueva forma de superar la pérdida: la búsqueda de la verdad y, en última instancia, la sed de venganza.

Reed Moreno, directora de fotografía de larga trayectoria, debutó con el drama Dentro del dolor, aunque su carrera se ha fraguado con mayores honores en la televisión en series como la magnífica Halt and Catch Fire y El cuento de la criada, por la que ha ganado el Emmy y el premio del Gremio de Directores. Ahora un gran estudio como la Paramount le brinda El ritmo de la venganza, su primer proyecto de gran envergadura para aterrizar en la industria con todas las herramientas a su alance. El resultado es un thriller muy efectivo, con todos los tópicos habidos y por haber de las historias vengativas, pero sustentado en una protagonista absolutamente carismática, a medio camino entre el trastornado Jason Bourne y la soltura de John Wick. Moreno filma las secuencias de acción con mucha solvencia y adrenalina, como la imponente persecución en moto por Tánger, y consigue aprisionar a la protagonista en ambientes asfixiantes con planos cortos desasosegantes.

Es cierto que el personaje de Stephanie es un cliché reconocible en el imaginario colectivo de cualquier espectador, sin embargo, la fuerza de este filme recae en la independencia de la protagonista femenina, tarda poco en despojarse de su referente masculino (el mentor y ex agente secreto del MI6 interpretado por Jude Law) y toma sus propias decisiones, poniendo en riesgo su vida sin seguir pautas ni consejos. Un alma libre resurgida de sus las cenizas. Alza el vuelo y busca la verdad a toda costa. No obstante, El ritmo de la venganza peca de fiar todo su valor a su apuesta por el protagonismo femenino, descuidando el guion en aspectos claves del filme, lo que reporta altibajos constantes y algunas situaciones poco verosímiles. La historia de Stephanie hubiese merecido mayor rigor narrativo. Por cierto, otro de los puntos negativos de la película es la previsibilidad del villano principal: es de aquellas ocasiones en que el fichaje de según qué actor y su poco papel hasta cierto punto contribuyen a teorizar sobre su función última.

Gran parte de la fuerza de la película radica en Blake Lively, convertida en una heroína en los últimos años como ya demostró en la reivindicable Infierno azul. Nunca hubiese imaginado, hace más de diez años viendo la catódica Gossip Girl, que Lively sería hoy una estrella con una buena carrera cinematográfica y, en cambio, Leighton Meester habría caído en el olvido absoluto. La actriz cumple con creces como espía novel y como joven torturada por ese fatídico accidente de avión. Las peripecias de Stephanie la conducen de Londres a Tánger, Nueva York y, también, Madrid; unas andanzas que conforman un sólido thriller, con pérdidas fugaces de interés narrativo, pero eficaz como entretenimiento.

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