28 de marzo de 2024

Críticas: Explota Explota

¡Qué fantástica, fantástica, esta fiesta!

El uruguayo Nacho Álvarez dirige un musical con el pretexto e hilo conductor de las canciones de Raffaella Carrà. No es un biopic de Raffaella, como esperábamos, pero esta comedia romántica al uso, plagada de números musicales se vive, se siente, te hace cantar y bailar en la butaca por tener el espíritu de ese ser que revolucionó la televisión española, ese torbellino italiano llamado Raffaella.

Ingrid García Jonsson no acaba de encontrarse cómoda en el género, pero cumple su función con un notable precisamente al dejar entrever sus imperfecciones, porque su personaje no es la mujer heroica que lucha por sus sueños sino la joven sin pretensiones a la que el éxito y ese sueño del que os hablaba parecen sonreirle de imprevisto siempre. Quizás lo más interesante del personaje sea que esa fragilidad, ese sentimiento de no saber a dónde se pertenece ni lo que se quiere realmente hacer, esa manera de dejar al azar obrar por gracia divina nos permite empatizar con ella. A través de sus dudas, de sus vacilaciones, llegamos a entenderla. Le acompañan la mucho más suelta Verónica Echegui, tan suelta que a veces parece que exagera, pero la mayor parte del tiempo está perfecta en su papel de sufridora amiga cuya única y adolescente pretensión es encontrar un hombre que la quiera. Curioso es que sintamos que María no llegue a sentirse cómoda ni en España, ni en la RTVE, ni bailando, ni con su nuevo novio. Y esa sensación de extrañeza ante la contemplación de su propio destino es la misma que siente el espectador al ver la película. Todo parece maravilloso, bueno, bonito… ¿y qué?

La cinta es una comedia romántica al uso, sin demasiadas pretensiones de ser nada más con un claro mensaje en favor del empoderamiento femenino que sigue además las letras de algunas de las canciones de Raffaella. Por encima del amor, del sexo, de la ilusión está el sentirse realizado, el cumplir sueños, la persecución de la estabilidad laboral y la fortaleza para llevar a cabo las ideas aunque estén en contra de la ética y la estética.

Un guion esquemático y muy simple donde los personajes están poco desarrollados y donde se subrayan los conflictos con la única pretensión de llegar al mensaje final, no es, sin embargo, motivo para que abandonemos el espectáculo. Y digo espectáculo porque más que de una película musical con canciones parece tratarse de un musical en el sentido teatral de la palabra, con luces, colores, plumajes, extras, decorados, barroquismo, exceso…

La ejecución de la cinta, su dirección, es tremendamente funcional. No se afana Nacho Álvarez por dejar un sello personal, por hacer que la película tenga alma y que salgamos de la sala queriendo que deje su huella en cualquier otra ocasión. No hay una mirada propia y eso se resiente en el metraje; la trama es tan anodina y la dirección tan lineal que la película sólo se libra de la hoguera por esa nostalgia de propios y extraños hacia las canciones de la Diosa Raffaella Carrà. Sin desmerecer, por supuesto, el diseño de producción y todo el apartado estético de la cinta. Los decorados de Uxuá Castelló (directora de arte) que también ha dejado su impronta en el próximo estreno de Isabel Coixet Nieva en Benidorm que inaugurará la Seminci de Valladolid, nos recuerdan a las coloridas películas de Almodóvar con un tono más naif pero también más castizo. Es una película que juega a la idiosincrasia y al catetismo de un pueblo español que en los años 70 seguía viviendo una dictadura, donde había censura en los espectáculos televisivos y donde el generalísimo seguía rigiendo en las emisiones. En la cola de Europa en aperturas, en sociedades abiertas y cosmopolitas. La cinta refleja también bien esos tiempos oscuros que se disfrazaban de colorido y de muchachas despampanantes lo más tapadas posibles.

Para los que conocieron (y cantaron y bailaron) a Raffaella: para los que no lo hicieron y se aseguren después de verla de hacer penitencia, para los que gustan de musicales y para los que no. Para los que dicen que el cine español es Guerra Civil y ya, para los que vieron que Ingrid García Jonsson podría tener mil rostros y para los que quieran descubrir a Pedro Casablanc o Fernando Tejero en dos curiosos y variopintos personajes. Para todos, deseo, que vuestro corazón explote. Por aquí lo han conseguido.

Explota Explota llega el 2 de octubre a los cines españoles y parece que unos meses después aterrizará (Rumore Rumore) en Amazon.

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