Hasta nunca, 2020.
Queridos todos.
Espera, vuelvo a empezar. Querido Martin Eden. Nononono.
Dear Werner.
Estimado Mank. Estimada Ema. Para qué personalizar e individualizar el escrito si tengo muy muy claro a quién debo dirigirme.
Querido 2020: Te escribo con los primeros días de un año nuevo con la angustia de aún saberte cercano, con la congoja, el miedo y la incertidumbre que nos has provocado. No encuentro suficientes sinónimos para describir la sensación de miedo, hartazgo y agotamiento que nos has producido. Sin duda, este ha sido El año del descubrimiento para todos nosotros. El año en el que aprendimos a valorar a golpe de enfermedad y muerte las pequeñas cosas. El año en el que custodiamos como diamante en bruto nuestra propia salud y la de los que nos rodean. Hablo en plural pero me consta que hay gente a la que este año no le ha servido de nada. Querrían estar en 1917, digo en 1940 y poco más que esto les parece La estafa del siglo. Como quieran, si no vieron el naufragio desde El faro, ni los Temblores que vaticinaban este derrumbe, nos apiadamos de ellos, aunque tengan El diablo a todas horas por bandera. La voz humana ha quedado también custodiada por unos protectores, como si se nos advirtiera de que hablar, comunicarnos, produce muerte. Las niñas y los niños se han tenido que poner estas mascarillas también y adaptarse- pobrecitos- a un mundo de miedo y de incertidumbre. Pero debajo de la piel (Under the skin) hay todavía un halo de esperanza en cada uno de nosotros. La ilusión de compartir, de aprender a vivir, de valorar y de vivir con mucha intensidad cada momento. A pesar de que la boda de Rosa, la de Bea, la de Jaime y la de tantos otros no pudiera celebrarse. A pesar de que no sea el mejor momento para traer babys al mundo, lo cierto es que los días azules volverán y que la nieve, purificadora y neutral ya está aquí dejándonos un blanco, blanco día.
Nunca había escrito una carta a un año. Y ahora sé que será nunca, casi nunca, a veces, siempre, cuando lo haga. Os aseguro que no es fácil. Sufrí muy de cerca esta pandemia finalmente con desenlace feliz, pero pienso en cada uno de los que han perecido y del sufrimiento de los que les sobrevivieron y se me parte el alma. Le pido o, mejor, le exijo a 2021: No matarás con tanta inquina, con tanta incertidumbre. Deseo de corazón que 2021 sea un buen año, con mucho menos dolor y que nos veamos pronto en salas repletas de espectadores. Recordad que esto no es un entierro, es una resurrección. Por eso, Little Joe y Martin Eden, os pido con toda la intensidad que puedo y, si me estáis leyendo, que seáis felices y que viváis.
Un saludo cinéfilo a todos.
Jorge Fernández-Mayoralas.