25 de abril de 2024

Críticas: Queridos camaradas

La decepción de los ideales.

Todo por la patria. Los ideales, el modo de vivir y la férrea defensa del régimen soviético. ¿Y si todo esto queda pervertido por la mala praxis de las instituciones y los líderes venerados? A saber: la masacre de Novocherkassk de 1962. Los obreros de la fábrica de esta localidad emprendieron una huelga por la subida de los precios bajo el gobierno de Kruschev. ¿El resultado? Una brutal represión por parte de los agentes de la KGB. La protesta pacífica del mundo obrero sofocada con sangre por el gobierno comunista. Queridos camaradas reconstruye con pulcritud y denuncia política unos días cruciales de la U.R.S.S. que empezaron a allanar el final de un régimen moribundo.

Miembro del partido comunista y nostálgica de los tiempos de Stalin, Lyudmila se enfrenta a la crudeza de la respuesta del gobierno y cambia radicalmente su visión, todavía más tras la desaparición de su hija durante los altercados. El veterano y prestigioso director Andrei Konchalovsky se aproxima a este hecho histórico desde la sobriedad y vertebrando su discurso político bajo una protagonista fuerte, luchadora y madre coraje frente a la adversidad. En ese sentido se hermana con otra película reciente, Quo Vadis, Aida?, que narraba la masacre de Srebrenica de 1995 desde la óptica de una intérprete de la ONU y su pugna por proteger a su familia.

Queridos camaradas es mucho más austera y nada frenética, no importa tanto el desasosiego de unas horas (o, en este caso, días) cruciales como sí el choque de las ideas políticas con la ejecución de las mismas por parte del poder ejecutivo. Una reordenación del aquí y ahora y del quién soy que conlleva a la protagonista a enfrentarse a su propio legado y abre un conflicto ideológico en sus más firmes convicciones. En este sentido, Konchalovsky narra su periplo como si de un thriller de investigación se tratara (la búsqueda incansable y dolorosa de la hija) en un estilizado blanco y negro y en formato 1:33:1. Un ejercicio de memoria histórica tan contundente como desgarrador.

La interpretación de Yuliya Vysotskaya es soberbia, una de esas que se quedan grabadas a fuego y en las que la actriz tiene material para lucirse y lo logra con creces. Con permiso del octogenario director ruso, ella es la película. Su rostro, su impasibilidad frente a todos los obstáculos y su arco argumental tan reflexivo como interesante son vehículos para su lucimiento. Queridos camaradas es un sólido drama histórico, quizás demasiado reposado y frío, pero sin duda alguna es muy revelador.

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