19 de abril de 2024

Críticas: La Purga: Infinita

La fractura sistémica en sangre y cenizas.

La saga The Purge llega a su quinta entrega tras los cuatro años de presidencia de Donald Trump y la sombra de su mandato plana en todo momento en el relato de la nueva noche de violencia sin fin. La polarización creciente en la sociedad norteamericana en torno al supremacismo blanco, las políticas migratorias o el racismo persistente e incluso la legitimización del asalto al Capitolio son los vectores que marcan el discurso de La Purga: Infinita. La fractura social es todavía más honda que en anteriores películas. Ya no es solo un divertimento de ricos o venganza de pobres. Es una cuestión nacional para unos y justicia histórica para otros.

La Purga: Infinita nos sitúa en Texas, estado fronterizo con México con una gran parte de su población latina y otros tantos migrantes irregulares. Los grandes terratenientes son muchísimo más ricos que el resto. En el resto también hay la white trash, los norteamericanos blancos de clase obrera. Muchos de ellos culpabilizan a los migrantes de su situación y de pervertir la pureza de los Estados Unidos. El racismo como motor de la violencia. El odio como ejecutor de las peores pulsiones humanas. La muerte como las cenizas de todo un país.

¿Un nuevo comienzo? La saga The Purge muestra síntomas de agotamiento desde su primera secuela, pero siempre son capaces de brindar unos entretenimientos muy sólidos durante su visionado, aunque olvidables a los pocos días. Eso sí, hay que reconocerles su valor a la hora de analizar y reflejar las inquietudes y debates de la sociedad contemporánea de EE. UU. El cine mainstream nunca debe renunciar a ello y situar a los supremacistas blancos como unos auténticos villanos en busca del apocalipsis social absoluto es una genialidad.

El resultado global es satisfactorio, aunque hay que señalar que la película abandona casi por completo el terror y se viste como una película de acción sin respiro que muta, en su parte final, en un western crepuscular fronterizo. Las verdaderas raíces de América como gran sanador de la fractura social entre los bandos, el oprimido y el opresor. En realidad, no sería tanto un sanador como sí la personificación del alto al fuego, poner a salvo a los primeros y cercenar a los segundos.

Francamente The Purge siempre ha sido una saga con buenísimas ideas y películas sencillamente pasables, algunas veces abultadas de violencia y acción por encima de su discurso, otras veces prisionera de su ambivalencia moral (la primera entrega, sobre todo) y, en las últimas entregas, quizás más inspiradas, pero deudoras de una fórmula demasiado trillada. La Purga: Infinita es más de lo mismo, pero suficiente para pasar el rato y dilucidar el peligro de la polarización en la opinión pública.

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