24 de abril de 2024

Festival de Sitges 2021: Crónica 4

 

Dos grandes películas en la cuarta crónica de Sitges.

Con permiso de la obra maestra de Mamoru Hosoda, Belle (reseñada en la anterior crónica), las otras dos grandes películas de esta edición del Festival de Sitges han sido Tres, de Juanjo Giménez, y Última noche en el Soho, de Edgar Wright. El británico es posible que haya ofrecido su mejor película: una depuración de su estilo visual y sonoro, sus frenéticos montajes y su socarrón humor al servicio de una historia rabiosamente actual y con mucho más fondo de la simple intriga del juego propuesto. La película empieza con la llegada de Eloise, una joven universitaria estudiante de moda, que se muda a Londres para iniciar su carrera. Es una nostálgica de la vida cultural y social del Londres de los 60. Una nostalgia que se convertirá en su peor pesadilla. Una perversión y crítica a aquello de “antes todo era mejor”, “la música de cuando yo era joven sí era buena”. El director de la maravillosa Trilogía del Cornetto brinda una fascinante historia de juego de espejos, fantasmas y temores internos con reminiscencias del mejor Hitchcock, Polanski y De Palma.

De hecho, si el maestro del suspense viviese hoy en día probablemente su obra sería muy similar a Última noche en el Soho. El propio Wright usa un mecanismo publicitario del director de Psicosis: pide explícitamente al público que no desvelen detalles y giros de la película. Dentro de toda la pirotécnica visual y argumental, lo mejor de la película es su subtexto: la relectura que propone de la archiconocida historia de fantasmas para hablar del aquí y ahora de la protagonista, pero también de la sociedad contemporánea. Sin reparo a equivocarme, estamos ante una de las mejores películas de la era MeToo, una de las obras que mejor sabe trasladar este debate público al género e integrarlo orgánicamente con su propósito.

Si Baby Driver, pese a su excelente inicio resultó un tanto decepcionante por la vacuidad de su conjunto, ahora Edgar Wright eleva el brío de su propuesta visual y estética en una inquietante fabulación pasado-presente que es mucho más que el suspense de esos sueños de los dorados años 60 mutados en las peores pesadillas. Ahí están Thomasin McKenzie y Anya Taylor-Joy para pilotar estos viajes en el tiempo en el mundo onírico, dos de los mejores descubrimientos interpretativos de los últimos años brindando dos excelentes actuaciones. Solo por cómo cantan y bailan ya merecen todos los elogios del mundo. La escena del baile en plano secuencia con Matt Smith es antológica, culmen del talento de Edgar Wright con la cámara. Por cierto, toda la playlist es para tenerla en bucle durante días. Última noche en el Soho es la constatación del peligro de la nostalgia y una exquisita pesadilla. Una gozada de película.

Tres

En un lado totalmente opuesto se encuentra el brillante nuevo trabajo de Juanjo Giménez tras Timecode, su corto nominado al Oscar. Una puesta en escena tan sencilla como milimetrada para sacar el máximo provecho a su premisa: una mujer, técnica de sonido de profesión, padece un extraño trastorno y vive desincronizada, todo lo escucha más tarde del preciso momento en que sucede. Un aplauso en diferido. Un “buenos días” en diferido. Un beso en diferido. Este es el punto de partida de la sorprendente Tres, una película equilibrada en todo momento, sustentada en un afinado guion que nunca agota su fórmula y siempre evoluciona a hacia territorios interesantes hasta culminar en la (emotiva e impredecible) explicación del tres del título.

La desincronización de la protagonista es la cristalización del vacío existencial que padece (relaciones sentimentales, familiares, desapego emocional) y también la primera pista de la búsqueda de la verdad (la llave que abre la caja de pandora de su vida). Ella es Marta Nieto; la actriz otorga al papel una naturalidad y una frescura estupendas en una de sus mejores interpretaciones hasta la fecha. Tres está plagada de pequeños detalles que componen una propuesta tan inusual como sumamente conmovedora: los reiterativos aplausos (cada uno con su significado), un refrán, una pizarra, una cita a destiempo, una película muda… Sin lugar a dudas, una de las mejores películas españolas del año.

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