El festín de (y con) los irreductibles hermanos Mael.
Únicos. Pocos grupos de música hay como los Sparks. Los hermanos Ron y Russell Mael irrumpieron con fuerza en la industria musical en los años 70 y siguen teniendo una legión de fans a sus espaldas muy numerosa. Entre ellos el director Edgar Wright que aparca sus alocadas comedias y juegos de artificio en la ficción para brindarles una carta de amor a su legado musical en The Sparks Brothers, uno de los mejores documentales del año.
El cineasta británico repasa junto a ellos cinco décadas de carrera musical en un acto contrición por parte de los Sparks, pues no son nada amigos de hablar sobre sí mismos y conceder entrevistas. 50 años y 25 álbumes. Cifras de las que pocos pueden presumir. Empezaron siendo unos outsiders de la música contemporánea en 1971 con Halfnelson, su primer CD, y siguen siéndolo en 2021, año en que finalmente han cumplido un sueño: ser parte de una película. Tras dos intentos fallidos en los años 70 y 90 junto a Jacques Tati y Tim Burton, respectivamente, este año los Sparks inauguraron el Festival de Cannes con la BSO de Annette, el espléndido musical de Leos Carax. Y además son los protagonistas de este sensacional documental. Sueño cumplido por partida doble.
Edgar Wright disecciona la personalidad y legado artístico de los Sparks a través de un exhaustivo y excelente análisis de su trayectoria con más de una treintena de entrevistas con otros miembros de la banda, compañeros de trabajo, especialistas en música y fans famosos como Neil Gaiman, Jason Schwartzman o Mike Myers. Aun así lo mejor es el testimonio de Ron y Russell Mael, los verdaderos protagonistas. Sus entrevistas son divertidísimas y dejan entrever el proceso creativo, sus inquietudes artísticas y sus convicciones para forjar una carrera envidiable.
The Sparks Brothers es un documental muy honesto, más incluso de lo que los propios hermanos hubiesen querido a tenor de un comentario suyo en la tronchante escena post créditos. La película traza estupendamente su evolución artística y pone de relieve la importancia de mantener las señas de identidad por encima del éxito, el fracaso y las corrientes populares. Nunca se subieron a ninguna ola para lograr mayor repercusión ni tampoco cambiaron su estilo o forma de ser durante su lustro de travesía por el desierto.
Tanto si uno es fan de los Sparks como un neófito en su corpus musical, The Sparks Brothers es una gozada. Un documental sumamente divertido y apasionante para cualquier amante del arte en general. Además siempre es un placer ver a alguien (en este caso Edgar Wright) hablar y glorificar (porque lo merecen) de aquello que a uno le apasiona (en este caso los Sparks).