29 de marzo de 2024

Críticas: Los reyes del mundo

“Un día todos los hombres se quedaron dormidos… Y los cercos de la tierra, ardieron”.

Los reyes del mundo es una película desgarradora y hermosa a partes iguales, que obtuvo la merecida Concha de Oro en el último festival de San Sebastián. En los agradecimientos tras recibir el galardón la directora colombiana Laura Mora habló de lo complicado del rodaje.

Mora, coescribe el guion con María Camila Arias e incluye a David Gallego en la fotografía, que realiza un estupendo trabajo al mostrar un desarrollo siempre en la frontera entre realidad y sueño, con imágenes llenas de simbolismo (el burdel, la casa de los ancianos), recreándose en los estupendos paisajes de Antioquía, pero también en las populosas y violentas calles de Medellín donde malviven nuestros protagonistas.

Cinco chavales capitaneados por Rá (Carlos Andrés Castañeda) que les ha tocado nacer en la parte mala, vagabundos en las duras calles de la ciudad antioqueña, sin otro horizonte que su propia vida y una mochila cargada de desesperación y desprecio. Juntos forman una extraña familia donde se apoyan y cuidan, compartiendo lo poco que hay, la mayoría de las veces algún tipo de droga con la que adormecer su durísima realidad.

Un débil rayo de esperanza se abre y emprenden un viaje imposible hacia la tierra prometida. Un acuerdo entre el Gobierno colombiano y las Farc permite la devolución de las tierras confiscadas por los paramilitares, a sus legítimos dueños. La vieja foto de una casa y unos arrugados documentos son todo su equipaje. En la huida, estos corderos que a pesar de su paupérrima y salvaje vida aún guardan cierta ingenuidad, se toparán con todos los obstáculos posibles, se encontrarán al lobo. “Pórtense bien”, les aconseja una mujer, “así los matarán a ustedes los últimos”.

La actuación de los chavales, no profesionales, es destacable especialmente la de Rá (Carlos Andrés Castañeda), con unos rasgos que se comen la cámara y el trabajo de la realizadora que ha sabido plasmar toda su fuerza expresiva. Los jóvenes de Los reyes del mundo hablan un caló antioqueño que es preciso subtitular, aunque poco aportan las conversaciones entre ellos, salvo destacar su procedencia y juventud. Mas interesantes son las reflexiones en off en castellano normativo que pronuncian en varias ocasiones.

Al terminar el rodaje, los protagonistas han iniciado una formación relacionada con el cine, sería de justicia poética que la “escoria de las calles” con el tiempo pudiera contarnos sus historias.

«En mi propio mundo perfecto, si no quieres existir, no tienes que hacerlo».

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