
Chalamet canta como Dylan pero la película no encuentra su voz
Timothée Chalamet, con solo 27 años, sigue demostrando que es uno de los actores más arriesgados y versátiles de su generación. En A Complete Unknown, no solo se mete en la piel de Bob Dylan, sino que lo revive con una transformación física y vocal que bordea lo obsesivo. Chalamet, quien ya había sido nominado al Oscar por Call Me by Your Name, vuelve a lograr el honor. Y lo hace esta vez por un papel que exige mucho más que actuar: cantar, tocar la guitarra y, sobre todo, capturar la esencia de un ícono cultural.
Sin embargo, por brillante que sea su interpretación, no logra salvar una película que oscila entre la admiración por su protagonista y una narrativa que se queda en lo superficial. Chalamet canta las canciones de Dylan con una fidelidad impresionante, pero ni siquiera su talento puede tapar las grietas de un guion que convierte a los personajes secundarios en meros adornos.
James Mangold, un director con una inusitada habilidad para retratar figuras complejas, regresa al biopic musical después de su éxito con Walk the Line (2005), película que le valió un Oscar a Reese Witherspoon y una nominación a Joaquin Phoenix. Mangold tiene un don para explorar las vidas de músicos legendarios, pero A Complete Unknown no alcanza la profundidad emocional de su predecesora. Aunque logra recrear con precisión la atmósfera de la escena folk de los años 60, la película carece de la audacia necesaria para desentrañar el enigma de Dylan. En un año donde títulos como The Brutalist y Anora han acaparado la atención de la crítica y el público, A Complete Unknown parece quedarse en un segundo plano, incapaz de competir con la innovación y la fuerza narrativa de sus contemporáneas.

Uno de los aspectos más problemáticos de la película es su tratamiento de Joan Baez, quien queda reducida a poco más que un juguete emocional en la vida de Dylan. Baez, una figura clave en la música folk y en la carrera de Dylan, es retratada como un personaje secundario cuyo único propósito parece ser resaltar la ambición y complejidad del protagonista. Esta decisión narrativa no solo hace injusticia al legado de Baez, sino que también refuerza una visión machista de las relaciones en el mundo artístico.
La película falla en explorar las dinámicas de poder y colaboración entre ambos músicos, optando por una representación superficial y casi telenovelesca, que no hace justicia a la historia real. En lugar de profundizar en su relación, la cinta se limita a mostrar a Baez como una víctima pasiva de los caprichos de Dylan.
Uno de los momentos clave de la película es la recreación del Festival de Folk de Newport de 1965, donde Dylan electrificó su música y dividió al público entre la traición y la innovación. En la vida real, este evento marcó un punto de inflexión no solo en la carrera de Dylan, sino en la historia de la música folk. Sin embargo, la película, aunque captura la tensión del momento, no logra transmitir su trascendencia cultural. Mangold se enfoca en la reacción del público y en la confrontación entre Dylan y los puristas del folk, pero omite explorar las ramificaciones más profundas de este cambio. El festival, que debería ser el clímax emocional de la cinta, termina sintiéndose más como una anécdota que como un momento definitorio.

En definitiva, A Complete Unknown es una película que brilla por la interpretación de su protagonista, pero se desinfla en cuanto a desarrollo de personajes y profundidad temática. Chalamet demuestra una vez más por qué es uno de los actores más prometedores de su generación, pero ni siquiera su talento puede compensar las carencias de un guion que se queda en la superficie. Aunque visualmente atractiva y musicalmente vibrante, la película no logra trascender el formato convencional del biopic. En un año repleto de obras audaces y narrativas innovadoras, A Complete Unknown se siente como un tributo bien intencionado pero fallido a una figura que merecía un enfoque más valiente y revelador.
Es sorprendente que A Complete Unknown no haya sido traducida al español como Un completo desconocido, manteniendo su título original en los países hispanohablantes. Este hecho resulta curioso, ya que el título en inglés puede resultar críptico para gran parte del público, especialmente para aquellos que no estén familiarizados con la figura de Bob Dylan o con su canción Like a Rolling Stone, de donde proviene la frase. Para muchos, el título original no solo no revela de qué trata la película, sino que podría incluso desincentivar su interés. En un mundo donde el marketing y la claridad son clave para atraer audiencias, esta decisión parece arriesgada, dejando a Dylan, irónicamente, como un «completo desconocido» para quienes no están familiarizados con su legado.