19 de abril de 2024

Gijón, día II

Niños pijos y macarrillas de barrio, extraterrestres agresivos y gatos narradores, putas y vikingos, excelentes ejercicios de dirección y el primer truño del festival. Día movidito en Gijón.

Empezábamos el día de una manera excelente y es que la protagonista de la mañana era la cinta sueca Play del director Ruben Östlund y que venía precedida de cierta polémica por su mirada altamente provocadora sobre los conflictos raciales y migratorios en la sociedad nórdica actual, y es que Östlund evita la amabilidad y reparte estopa a dos manos. El espectador poco atento podría pensar que la película sólo carga las tintas en una de las partes en conflicto (un grupo de niños negros que se dedica a robar móviles, ipods y demás aparatos molones a los rubios niños de papá suecos de pura cepa), pero la absoluta falta de presencia de los padres, casi siempre cortados o vistos a través de diversos cristales y otros objetos interpuestos , no es ninguna casualidad ¿para qué educar a un hijo si lo puede hacer la consola?. Por si fuera poco el trabajo del director sueco resulta brillante, con una sucesión de planos fijos (en muchos casos imitando a la cámara de seguridad de un centro comercial o de diversos medios de transporte, ambos lugares principales de desarrollo de la acción) o de un movimiento sutil, para nada aburrido y de dónde muchas veces surgen elementos que terminan de completar la acción principal. Insisto, no se queden en el aparentemente discurso xenófobo de Play, hay mucha mala leche bajo la fría superficie.

La segunda cinta de la Sección Oficial a concurso del día era el último trabajo de una de las musas de la movida indie en los USA, Miranda July y su El futuro, y sí, entendemos la filiación a dicha corriente cinéfila por parte de la July porque no hay un solo cliché indie que no quede reflejado en la película: la pareja de modernillos, los diálogos aparentemente ocurrentes, los forzadísimos intentos de aportar originalidad en forma de gato narrador, luna parlanchina, tiempos detenidos o niñas autoenterradas en el jardín. No negamos que la comedia romántica es un género en el que resulta difícil moverse sin caer en sendas ya trilladas por anteriores títulos, pero es que El futuro, en su continua obsesión por la originalidad, se topa de bruces con la artificiosidad repelente de quien tiene poco que decir y desconoce los medios para contarlo. Llámenlo desatino o dislate, creo que queda claro el asunto.

La tercera cita del sábado era con el director francés Bertrand Bonello, a quien el FIC le dedica una amplia retrospectiva, y que presentaba a concurso L’apollonide, retrato de un burdel parisino del mismo nombre en plena Belle Epoque, una cinta muy interesante en la que Bonello evita cualquier juicio ético (o ensalzamiento) sobre la prostitución y quien la practica para centrarse únicamente en la recreación pormenorizada del microcosmos de la casa de citas, su mirada apenas se aleja en una ocasión a lo largo de toda la película de los muros de dicha casa y su relato, aunque preñado de cierto esteticismo entendible por la época que retrata, es sincero y profundo, como la obligada sonrisa de la muchacha que ríe.

Ya fuera de la sección oficial, tuvimos una hora y media que se pasa en apenas un suspiro con Attack the block, película que ya se pudo ver en Sitges y que es un divertidísimo experimento que mezcla comedia social y ataques alienígenas, imagínense que un grupo de peligrosos extraterrestres ataca cualquier manzana de una barriada del extrarradio de una de nuestras capitales, teniendo que enfrentarse a nuestros Jonathans y nuestras Jessys que armados de los más diversos utensilios deciden plantarles cara. La gran virtud de la película es que sin perder por un momento su capacidad de divertir con su desenfrenada acción, lanza alguna patada que otra a la espinilla de jueces y policías acostumbrados a detener primero y preguntar después. No se la pierdan y no la juzguen con ligereza, es más de lo que parece.

Cerrábamos la jornada cinéfila con Valhalla rising, enclavada, al igual que Attack the block, dentro de la sección paralela de Géneros Mutantes y en la que el director de la esperada Drive lleva a cabo un ejercicio de estilo que, si bien sorprende por la fuerza de sus imágenes, despista al intentar adivinar que es lo que trata de contarnos. Sería estúpido negar el poder visual que emana de la cámara de Winding Refn, pero igualmente seríamos poco sinceros si no admitimos que su disfrute es meramente epidérmico y sensorial y que sentimos que estamos al igual que One-eye, el salvaje guerrero encarnado por Mads Mikkelsen, perdidos en más ocasiones de las deseables en medio de densas nieblas y sin saber muy bien a donde nos dirigimos, a la tierra prometida o al peor de los infiernos, dejémoslos por tanto, tanto a él como a la película en el tibio purgatorio.

3 comentario en “Gijón, día II

  1. The future es una basura importante, sí. No tenía que haberla visto teniendo en cuenta mi opinión de la película anterior de la directora pero los gatos tiran demasiado.

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