Ray Milland interpreta a un escritor frustrado que le da demasiado a la botella en esta producción de la Paramount ganadora del oscar a la mejor película en 1945.
«Me encoje el hígado ¿verdad? Daña mis riñones. ¿Pero que le hace a mi mente? Arroja el lastre por la borda para que el globo pueda volar. De repente soy extraordinario, sumamente competente.
Cruzo las cataratas del Niágara. Soy uno de los grandes. Soy Miguel Angel esculpiendo la barba de Moisés. Soy Van Gogh pintando rayos de sol. Soy Horowitz tocando el Concierto Imperial. Soy John Barrymore antes de que las películas acabaran con él. Soy Jesse James y sus dos hermanos, los tres a la vez. Soy W. Shakespeare.
Y ahí fuera no está la Tercera Avenida sino el Nilo, y por él baja la barca de Cleopatra…»
En un trasbordo de trenes en Chicago, allá por el año 1944, Wilder compró una novelucha en un quiosco que relataba la historia de un escritor frustrado que ahogaba sus penas en alcohol al menor atisbo de bloqueo creativo. Wilder la adaptaría al cine junto a Charles Brackett (su primer colaborador que en esta ejerce también de productor) y la rodaría en pocos días tras un proceso de preproducción algo largo ante la dificultad de encontrar un actor que se interesara por un proyecto tan arriesgado (entre ellos Cary Grant, actor que se le escaparía a Wilder durante toda su carrera).
Al final la Paramount, que tenía muchas dudas en el proyecto («Como se puede hacer una película sobre un borracho que no se levanta de pronto y dice: “No voy a beber [1]”»), propondría a Ray Milland al que Billy Wilder aceptaría a pesar de considerarle «no precisamente un actor digno de oscar [2]», y al que ya había dirigido en su ópera prima en Hollywood, The Major and the Minor (1942).
La película comenzó siendo un auténtico fracaso de taquilla y Wilder se fue a Europa a rodar documentales propagandisticos para el bando aliado con la convicción de que había sido un fiasco. A su vuelta y para sorpresa de todo el mundo, la academia había nominado a The Lost Weekend en siete categorías, de las que acabaría llevándose las cuatro más importantes (película, director, guión y actor principal).
Spoilers sobre la trama
The Lost Weekend empieza directamente abajo, contándonos las penas que han destruido a Don Birnam, fisica y emocionalmente. El escritor vive en la desesperación de no querer defraudar a un hermano sobreprotector y a una novia cuyo amor incondicional hacia él le hace aún más difícil engañarla una y otra vez. Birnam sabe que el alcohol es lo que le está matando, lo que impide que sea feliz, pero en el algún lugar de su maltrecho cerebro sigue pensando que el licor es lo que le hace mantenerse despierto, ingenioso y creativo.
La película puede dividirse fácilmente en dos mitades. En la primera, Birnam se dedica a escabullirse, a beber a escondidas justificando su forma desproporcionada de empinar el codo como la manera que tiene de ser él. Es cuando recuerda como conoció a su novia Helen (una fielísima Jane Wyman) cuando Don se da cuenta de lo arraigado de su alcoholismo, presente en prácticamente todos los grandes momentos de su vida. Aquí comienza una segunda mitad en la que Don se hunde del todo, si es que se podía hundir más, y en la que acaba despertando un buen día en la cama del ala para alcohólicos de un hospital. Allí, al presenciar a gente con su misma adicción, Don huye despavorido como el que ve el futuro que le espera en una bola de cristal. No puede soportar las presagios de los médicos, que ven en el alcoholismo una enfermedad incurable.
Al llegar a casa y vivir un delirium tremens en carne propia, Birnam se da cuenta que no puede seguir haciendo daño a Helen (capaz de dormir en la escalera esperándole) y a él mismo, por lo que acude a la casa de empeños a agenciarse con una pistola para quitarse la vida. Finalmente, en un desenlace positivo que contrasta con el resto de la película, Helen consigue convencer a Birnam para que no se quite la vida y escriba toda sus experiencias con el alcohol en una novela (llamado con el original titulo de The Bottle) como forma de superar su adicción.
Fín de spoilers
The Lost Weekend es sin duda la película de Wilder en la que la labor de dirección está mas presente, tanto en planos de una gran modernidad como en una estética innovadora, expresionista incluso en los momentos de mayor dramatismo, muy atípica en el cine que venia realizando el directos austriaco y en el que haría posteriormente. Y no es de extrañar, pues el riesgo que asume en la dirección va en concordancia con el riesgo que tomó desde el mismo momento en el que escribió el guión junto a Brackett. Wilder lleva al extremo su máxima de que los directores deben limitarse a contar la historia, y eso es precisamente lo que hace en The Lost weekend al crear una ambientación barroca y por momentos asfixiante. Wilder demuestra que en el cine clásico se arriesgaba si era necesario, pero nunca gratuitamente.
Como ejemplo de ello aquella escena inolvidable del delirium tremens de Birnam, en la que un murciélago se como a un raton que aparece por un agujero inexistente de la pared. La secuencia, de una contemporaneidad que deja atónito, nos muestra de la manera más sencilla posible lo que sucede dentro de la cabeza de Milland, en su faceta más perturbadora. Wilder demuestra, una vez más, que clásico no es igual a repetitivo y mucho menos, a aburrido.
[1] Crowe, Cameron, Conversaciones con Billy Wilder, Alianza Editorial pag 117
[2] Crowe, Cameron, Conversaciones con Billy Wilder, Alianza Editorial pag 15