20 de abril de 2024

Críticas: La pesca de salmón en Yemen

Lasse Hallström regresa a la gran pantalla después de dirigir Querido John, adaptando la novela de Paul Torday con Emily Blunt y Ewan McGregor.

No entiendo cómo una película como La pesca de salmón en Yemen se llama La pesca de salmón en Yemen. Cierto es que la novela de Paul Torday en la que se basa la película de Lasse Hallström se titula igual… pero manteniendo el espíritu de la obra (la épica de las grandes obras nace del sueño de lo imposible) incluso podría ser coherente. Hace poco Nacho Vigalondo nos desvelaba en una entrevista que le encantaban las ‘películas sinopsis’ en referencia a El hombre perseguido por un O.V.N.I. de Juan Carlos Olaria. Si alguien quiere saber la sinopsis de La pesca del salmón en Yemen tan sólo tiene que fijarse en su título. Realmente la película acaba y empieza allí…

Existe una gran y amplio sector de la crítica y de un ponderoso número de espectadores que mitigan la calidad de este tipo de propuestas bajo el mandato de la bondad y agradecida dulzura que las envuelve. Son propuestas neutras que no hacen daño, pese a no convencer del todo a una gran mayoría de cinéfilos… quedan como simples percepciones de ese terrible eufemismo: «Para pasar el rato». Cada vez que alguien recurre a esa frase (des)hecha muere una persona en alguna parte del mundo por atragantarse con su propia bilis. ¿Por qué negar lo innegable? La pesca del salmón en Yemen es un título-sinopsis y bonito póster retocado cromáticamente en photoshop. Nada más. Justamente en el pase de prensa de la última película de Vigalondo, Extraterrestre, compartí fila con Carlos Boyero. El popular crítico nos miraba extrañado al contemplar cómo nos reíamos de algo que para él no tenía la más mínima gracia. Poco tiempo después y con motivo de su vídeo-reseña sobre [REC]³ Génesis, cinta que tampoco le hizo ‘tilín’ pese a resonar las carcajadas en su pase de prensa, comentó que no entendía las claves de ese público que se moría de risa. Yo tampoco entiendo las claves del humor que propone La pesca del salmón en Yemen. Su crítica supuestamente ácida de la política me parece superada por la broma pesada (y diaria) de los hechos reales que nos rodean. Su incursión y paralelismo de la Guerra de Afganistán con los resortes extremistas que impiden la evolución de otros países de Oriente la juzgo como simple fachada. Sí me río y me parece desopilante el filme de Lasse Hallström cuando se convierte en una comedia involuntaria gracias a los terribles actos (de vestimenta, conjunto y moda) de terroristas en caza de otro tipo de salmones y esa nueva, poderosa y destructiva arma para luchar contra el eje del mal en forma de caña de pescar.

Todo se reduce al plano subjetivo de una trucha en un estanque para mostrar dramáticamente la puesta en escena de la ruptura de un matrimonio. Si alguien me explica por qué Lasse Hallström quiere mostrarnos dicha percepción le regalo una mosca para pescar. Sinceramente no puedo ser parcial con la película que nos propone Lasse Hallström. En estos tiempos de crisis económica, paro y hambre ver como un jeque quiere cumplir su sueño de importar la pesca del salmón con mosca a Yemen y fulminarse 50 millones de libras me parece algo vergonzoso e indignante. Es cierto que el filme quiere retratar precisamente esa concepción de los sueños que pueden ayudar a otras personas, que finalmente podría tratarse de un pueblo y conjunto global. Los cambios positivos alrededor cambian a las personas que viven en ese escenario. Pero más allá de dicha postal y el romance más aséptico visto en pantalla desde Lo que queda del día de James Ivory, La pesca de salmón en Yemen no me parece romántica ni siento nada cómico en esos marcados personajes que tienen la oportunidad de cambiar sus vidas para ser ellos mismos. Además, cada vez que veo en pantalla a Emily Blunt se persona en mi cerebro Katy Perry y espera que se marque el cover de Rebecca Black. Justamente veo esta película como el hit ‘Friday’: su letra dice todo y realmente no cuenta nada.

Que se nos hable de la fe religiosa, filosófica, existencial o incluso científica sobre la recreación de sueños imposibles podría ser interesante aunque dichas intenciones quedan apagadas por horribles planos con un salmón saltando (juraría que también sonreía) como si estuviera en un anuncio de la pescadería del Mercadona. Si esto es el nuevo humor inglés (y no lo que hace Ricky Gervais) nadaré, cual salmón, a contracorriente. Me preocupa que se compare su visión ácida del mundo político con The Office o Sí, (primer) ministro. Me preocupa que un terrorista armado con una pistola decida atentar contra la vida de un jeque en la ladera de un río vestido con unas bermudas talibanas y unos horribles y protuberantes calcetines urkelianos que emergen de unas botas de militar. Me preocupa que Ewan McGregor quiera ser el nuevo Indiana Jones. Ciertamente me preocupa que alguien quiera dar lógica al absurdo… aunque realmente La pesca de salmón en Yemen quiera hablarnos precisamente de eso.

3 comentario en “Críticas: La pesca de salmón en Yemen

  1. Pues sí, es una de esas que se escudarán en "ser amables" para no recibir palos por ningún lado. Y eso que es tan buena como fea Emily Blunt.

    Últimamente casi me preocupa coincidir tan a menudo contigo.

      1. Tengo bastantes películas pendientes de votar y hace mucho que no lo miro. Pero supongo que, con todos los votos que tienes, a poco que juegue con el buscador aparecerás.

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