Ser tedio húngaro o no serlo.
Sólo el viento prometía mucho por unas cuantas cosas. La primera, que Boyero la calificó de “Inenarrable pesadez y confusión”. La segunda, que el director, Benedek Fliegauf, parece haber hecho películas muy raras y experimentales. La tercera, que el tipo es húngaro, patria del peso pesado del tedio, Béla Tarr, tierra que también dio Delta. Pensaba que podría titular esta crítica Sólo el tedio, sentirme muy ingenioso y continuar con mi vida.
La decepción comienza al enterarme de que la cosa va de neonazis contra gitanos húngaros. Basada (según se advierte al comienzo) en hechos reales sin ser un documental. Los neonazis y los nazis old school dan siempre películas muy aburridas y que nunca pueden entrar en el pabellón del tedio porque están muy ocupadas en mostrarnos la maldad humana o el sufrimiento hebreo. Además, me parecía ya haber leído en la VICE algo sobre el tema, porque los neonazis de todo tipo siempre salen en la VICE y la gente lo comparte y dice “Mira, un neonazi mongol, lol”.
Lo primero que me llama la atención, una vez estamos dentro de la película, es el ruido visual. No grano, sino ruido dependiendo de la exposición de las zonas: las zonas más o menos iluminadas tienen puntitos bailarines, para los profanos. Me sonó a novato diciendo “Súbeme el ISO”, pero luego recordé que nuestro Fliegauf es un radical, así que probablemente sea intencionado.
En lugar de seguir la corriente principal del tedio de planos gigantescos que se van cerrando en infinitos zooms, se opta por utilizar planos cerrados y en ocasiones bastante extraños, lo que aumenta la confusión y puede que hasta el interés por enterarnos de cuántos personajes hay en esta historia y quién es cada uno. Familia gitana de madre, hija mayor, hijo pequeño y abuelo gagá. Al principio no hay música, luego irán apareciendo pequeñas piezas minimalistas de cuerda que no están nada mal.
Esto puede sorprender un poco. Cuando uno piensa en gitanos piensa en ruido, jolgorio y alegría. Pero estos gitanos húngaros son parcos en palabras y resignados. Y los húngaros en general, o al menos los que aparecen en la película, excepcionalmente feos.
Así que seguimos un día (es una peli de esas en las que todo sucede en un día) de estoicismo de gitanos húngaros, sobre los que planea la amenaza de la violencia y la muerte.
No acaba de funcionar. No llega a los niveles de hipnosis del auténtico cine del tedio. Suceden en su mayoría cosas que no tienen un efecto futuro en la historia; son retrato. Se está elaborando una película de calma tensa y espera, elementos muy propios del western. Y en realidad también de Tarr, cuando en cierta mastodóntica obra todos esperan la llegada de Irimías. Hay planos de espaldas de gente caminando, pero no es suficiente. Logra destilar un poco de esta realidad, de este largo crepúsculo; los actores están bien, todo es creíble y realista. Pero poco más.
No entra en el tedio y no es una película al uso. Su visionado no es desagradable, pero no perdura. Un par de premios en festis y a otra cosa.