In Mari Sofi We Trust.
Mal que le pese a muchos, estamos en la era de internet y de las redes sociales. Todo está al alcance de un click, las compras, los servicios, la información… pero también cualquier persona está expuesta al gran hermano que es la red. Sabemos donde están los famosos casi en cualquier momento, sabemos dónde viven y con quién se relacionan, y esa exposición no sólo saca nuestro vouyeurismo más morboso a la luz, sino que alienta a los pobres mortales de clase media-alta a aspirar al Olimpo del famoseo y buscar sus 15 minutos de fama (o más) en las redes sociales. La exhibición que hacemos de nuestra vida privada en Facebook, Twitter y demás sitios web en los que miles de “amigos” pueden verla, raya en ocasiones lo obsceno, dejando al descubierto el narcisismo que se encuentra en el fondo de cada uno de nosotros y que, llevado a extremos, puede derivar en consecuencias fatídicas.
Esta necesidad de aplauso y de fama lograda de cualquier manera, fue la perdición de un grupo de adolescentes de clase alta de Los Angeles que durante unos meses se dedicaron a entrar en casas de famosos para “ir de compras” en sus amplios vestidores, subiendo las fotografías de sus hazañas a Facebook, y que fueron objeto de un artículo de la revista Vanity Fair llamado “The suspects wore Louboutins” (Los sospechosos usaban Loboutin) en referencia a los carísimos zapatos del diseñador francés. Basándose en este artículo, la directora Sofia Coppola realiza su quinto largometraje retratando a esos cinco adolescentes sedientos de fama, utilizando para titularla el nombre que los medios dieron a este grupo cuando les detuvieron, The Bling Ring. Una película que inevitablemente nos trae a la memoria otra de las películas que este año tuvieron como protagonistas a cuatro adolescentes aburridas de sus vidas vacías que se ven deslumbradas por un mundo de delincuencia, y que no es otra que Spring Breakers. The Bling Ring comparte con aquélla la superficialidad estética que no es más que el fiel reflejo de la vacuidad moral de los protagonistas, difiriendo, eso sí, del estrato social y de las motivaciones de las chicas de Spring Breakers.
El hecho de que los personajes de The Bling Ring estén más definidos en cuanto a su personalidad y el entorno en el que viven, no significa que Coppola se aleje de la realidad de la adolescencia al igual que hiciera Korine con sus chicas. No existen diálogos profundos entre ellos, son la generación que ha crecido con los realities, los paparazzi alrededor de los famosos día y noche, y la fama rápida y efímera. Rebecca admira a Lindsay Lohan y sólo quiere ser como ella, vestir como ella, vivir como ella, y para eso no duda en meterse en casa de la propia Lindsay, de Orlando Bloom o de otra de sus modelos a seguir, Paris Hilton, por el mero placer de hacer algo prohibido y salir además con un bolso de Prada colgando del brazo como si nada. Nicki ambiciona ser parte de ese mundo ya sea como top model guapa pero humanista a la vez, o como víctima de su propio destino que le ha llegado gracias a la Ley de Atracción en la que se basan las enseñanzas de El Secreto, y que su madre utiliza como referente educador. Mark simplemente desea encajar en su nuevo instituto y encuentra en Rebecca la amiga a la que poder servir de cómplice y estilista a la vez.
Como reza una de las canciones que conforman la banda sonora de The Bling Ring, Bad girls de M.I.A., “Live fast, die young. Bad girls do it well…” la única preocupación de la generación que retrata Sofia Coppola es la de vivir deprisa sin pensar en las consecuencias de los actos reprobables que llevan a cabo, pero paradójicamente enganchados a esa vida hasta convertirla en una rutina: búsqueda de una víctima, robo, celebración, fiestas, alcohol, droga….una y otra vez el mismo patrón que la cineasta observa a riesgo de resultar repetitiva. Pero es que tanto la narración como la técnica de rodaje de la película se supeditan a la historia, transformando la banalidad de ésta en un ejercicio cinematográfico con el que reflejar la vida y las emociones de los protagonistas. Es sorprendente la manera que tiene de rodar cada uno de los robos dependiendo del nivel de ansiedad y de entusiasmo que tienen Mark y Rebecca según lo van convirtiendo en costumbre, y cómo pasa por alto las investigaciones de la policía y los juicios dejando claro que no estamos ante un telefilm o un capítulo de una serie procedimental, sino ante una gran sátira en la que no deja títere con cabeza entre los famosos de medio pelo, los medios de comunicación y los padres que dejan en manos de estos la educación de sus hijos.
Quizá The Bling Ring peque de ser demasiado sutil en su mordacidad durante la mayor parte del metraje, utilizándola de manera brutal en la última escena para dar el golpe de gracia a cargo de una impresionante Emma Watson, que se lleva de calle toda la película a pesar de ser un personaje secundario. Como toda la filmografía de Sofia Coppola, The Bling Ring provocará amores y odios a partes iguales, pero sin duda la indiferencia no forma parte del vocabulario de los genios (se nota lo que provoca en mí el cine de la niña Coppola).