6 de octubre de 2024

Críticas: Jersey Boys

JERSEY BOYS

Eastwood vuelve al musical.

Tres años han pasado desde que Clint Eastwood dirigiera su última película estrenada hasta la fecha, J. Edgar, y el director regresa con una nueva adaptación de un texto ajeno, recurriendo como viene siendo habitual a figuras reales para contar una historia típica de chicos salidos de las calles de un barrio marginal que alcanzan la fama y ésta les acaba destruyendo. Tras haber dirigido en 1988 el biopic de Charlie Parker en Bird, vuelve al género musical adaptando la obra homónima de Broadway Jersey Boys, que narra el ascenso al Olimpo musical del cantante Frankie Valli, primero formando parte del grupo The four seasons y más tarde en solitario.

Siendo como es más un biopic al uso que una película eminentemente musical, Jersey Boys sigue el esquema acostumbrado para ello y lo hace en dos actos diferenciados únicamente en su montaje narrativo. Con la calidez de la fotografía de su inseparable en los últimos años Tom Stern, el film adopta el clasicismo al que nos tiene acostumbrados Eastwood que, con un toque más humorístico de lo habitual, traza de manera lineal la historia de Frankie y sus amigos tratando de salir por medio de la música del destino como delincuentes que su condición de chicos del barrio italo-americano de Jersey les depara. En este, diríamos, primer acto, asistimos cronológicamente a la constitución del grupo, a su conversión en cuarteto con la incorporación del cantante y compositor Bob Gaudio, y al crecimiento personal y profesional de los cuatro hasta alcanzar la cima del éxito. Justo en ese momento, marcado por su aparición en el legendario programa de Ed Sullivan, es cuando Eastwood rompe la continuidad que hasta entonces mantenía, coincidiendo con el deterioro del grupo y la carrera en solitario de Valli. El segundo acto comienza con un flashback y cuando vuelve al tiempo real, la historia avanza mucho más deprisa, dejando el humor a un lado para dar paso al drama e incluyendo varias elipsis temporales hasta llegar a una última de 20 años.

JERSEY BOYS

También Eastwood se aleja de su forma de contar las historias como autor omnisciente, para adaptar la estructura del musical original en cuanto al punto de vista que de tanto en tanto recae en cada uno de los componentes del grupo. Es en primer lugar Vincent Piazza, quien da vida al fundador de The Four Seasons, el que se dirige a la cámara para contarnos cómo quiso hacer de Frankie un nuevo y mejorado Frank Sinatra, guiándonos por los clubs, el barrio y los personajes que lo habitan, a modo de presentación como suele hacer Martin Scorsese, al que Eastwood hace guiños frecuentes en la película y muy en concreto a Uno de los nuestros. Piazza es durante casi todo el primer acto el narrador de la formación del grupo en lo que parece que va a ser una constante durante toda la película, pero al igual que con el montaje, se vuelve a romper la pauta con la que ha empezado y el relato a cámara salta primero a ser contado por el personaje de Bob Gaudio, después por el de Nick Massi, y finalmente a modo de epílogo por cada uno de los cuatro miembros. Es precisamente en este epílogo donde se concentra toda la emotividad que durante la última parte de la película se intenta plasmar, pero que no consigue salir a flote a pesar de lo, en ocasiones, trágico de la historia. Y es que, aunque pudiera parecer lo contrario por el atrevimiento de Eastwood a arriesgarse rodando esta parte de una manera atípica en su trabajo, el drama se vuelve plano durante demasiado tiempo ralentizando el ritmo de la película que sólo remonta con ese epílogo en el Hall of Fame y con un maravilloso número musical durante los créditos.

JERSEY BOYS

Pero aun siendo como digo esta última parte menos dinámica y resultando un tanto tediosa, lo que realmente perjudica a Jersey Boys es un importante error de casting al elegir a John Lloyd Young para el personaje principal de la historia. Quien ya interpretara a Frankie Valli en la versión sobre las tablas, aporta al personaje todo su potencial vocal con el que es capaz de llegar a los registros del propio Valli, pero a nivel dramático realiza una actuación tan plana y artificial que es eclipsada por el resto del reparto. Cabe destacar en este aspecto a un convincente Vincent Piazza que interpreta a Tommy De Vito y para el que la réplica que le da Young es insignificante, y a unos divertidos Mike Doyle en la piel del productor Bob Crewe y Christopher Walken como un jefe de la mafia del barrio. Obviamente la gran baza de Jersey Boys es la ejecución de los números musicales coreografiados milimétricamente, y las estupendas voces de los protagonistas interpretando los clásicos de Frankie Valli y The Four Seasons como Sherry, Big girls don’t cry, Walk like a man o Can’t take my eyes off you cantado en uno de los momentos álgidos del film.

Se podría decir que Jersey Boys es una pequeña rareza a nivel formal en la carrera como director de Clint Eastwood, pero no así en su interés por contar historias con gran calado emocional, aunque aquí este aspecto no resulte del todo sólido. Lo que es indudable es la elegancia de la puesta en escena que Eastwood sabe cuidar para regalarnos planos de gran belleza, y esa capacidad suya para dotar de un optimismo agridulce muchas de las historias que ocupan su filmografía. Una película con altibajos que se disfruta más en los momentos musicales o con las bromas referenciales y guiños cinéfilos (atentos al cameo del propio Eastwood), que con la crónica personal del grupo en sí.

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