28 de marzo de 2024

Críticas: Solo una vez

El silencio a veces habla.

Solo una vez es el debut de Guillermo Ríos en los largometrajes, con un guion basado en la obra teatral de Marta Buchaca, que abarca la violencia machista rascando para llegar a los rincones más oscuros del ser humano.

La cinta nos enseña el día a día de Laura, una psicóloga que trabaja en el CAS (centro de atención social). Sigue en profundidad el caso de Pablo y Eva, una joven pareja que tuvo un incidente hace unos meses, el padre de ella denunció el maltrato y el juez lo condenó a terapia. Aunque esa situación se dio solo una vez.
La propuesta de Ríos no es la típica imagen del maltrato, como se puede mostrar en Te doy mis ojos, de Iciar Bollaín, sino las cosas que escapan de nuestro entendimiento, los gestos diarios, los silencios, miedos y violencias que se viven cuando no se tiene uso de razón o la confusión de emociones en una sociedad en la que se nos ha enseñado a no reconocerlas ni sentirlas.

Ariadna Gil, Alex García y Silvia Alonso,  Laura, Eva y Pablo respectivamente, prestan un espectáculo que te monta en una montaña rusa de emociones. Pablo no parece un maltratador, lo que hace más interesante la opinión que tenemos de las apariencias, las convenciones y los prejuicios. A medida que avanza el metraje nuestra mente dibuja varias escenas, a cada cual más surrealista. La utilización del primer plano durante la sesión de terapia para que la expresión facial sea un personaje más es muy notoria, sin embargo, cuando la sesión da por concluida, el plano se abre para dar por finalizada la terapia. Alex trata con sumo cuidado al personaje, ya que ni él mismo sabe lo que siente y no puede ponerle nombre, su foco no está en la violencia, sino en la crisis de masculinidad que está atravesando. Por ello, a parte de mostrar la violencia machista, la película abre otros debates.

Pero no solo García merece atención, sus compañeras de reparto también sobresalen en sus posiciones. Gil como un personaje sabio que maneja la situación y que es capaz de ocultar capas y capas en ella, nos hace ver lo necesarias que son estas instituciones para la gente que está pasando por este tipo de situaciones. Alonso, en cambio, hace de personaje que ha sido mermado por el patriarcado, cómo una persona puede anular a otra sin ser consciente.

Adaptar una obra de teatro a la gran pantalla no es nada fácil, de hecho, se puede observar que dentro del cuadro solo se cambian apenas un par de veces los escenarios. La atención está puesta en el lugar de trabajo de la psicóloga y eso, en parte, le hace tener demasiados frentes sin cerrar, o la aparición de personajes a los que se les dedica un tiempo en pantalla pero no se sabe nada de ellos. Y llegando al desenlace, queda demasiado abierto a interpretación. Durante todo el film se le propone al espectador un juego parecido al cluedo, adivinar quién dice la verdad y quién es realmente el culpable puesto que los personajes acaban mostrándose desnudos en comparación del inicio, que vestían una coraza.

En definitiva, Solo una vez es una cinta no apta para gente sensible que haya vivido de cerca un caso de violencia ya que reclama toda la atención para analizar cada palabra, cada gesto y que sea el espectador el propio juez que sentencie el caso.

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