12 de noviembre de 2024

Críticas: Language Lessons

La belleza de la sencillez.

La actriz y directora, Natalie Morales, conocida por sus apariciones en la serie White Collar (2009) o en películas como Wall Street 2 (2010), nos presenta su segundo largometraje como directora, aunque también la coprotagoniza junto a Mark Duplass.

Con Plan B, estrenada para Hulu el pasado año, Morales presentaba un cine amable, fácil de ver, con esa predilección por una comedia correcta (que también vemos en Language Lessons) y empleando muy bien los medios disponibles, con un rodaje sencillo, en el que en este caso, menos es más. Language Lessons (2021) sigue la tendencia natural de la directora y observamos varios puntos comunes con Plan B.

Language Lessons (2021), narra la relación entablada por Cariño (Natalie Morales), una profesora de español, con Adam (Mark Duplass) al cual su marido le ha regalado las clases. Al principio, Adam se muestra reacio a aprovechar estas clases, pues tiene una rutina muy interiorizada, además de considerar que no las necesita. No obstante, los sucesos personales que va a experimentar Adam van a cambiar su visión, llevándole a aprovechar estas clases y a desarrollar un fuerte vínculo emocional con Cariño.

La película dirigida por Morales es capaz de transmitir emociones muy profundas empleando una sencillez formal verdaderamente meritoria. A lo largo de todo el filme la cámara permanece estática, el plano siempre es la videollamada entre Cariño y Adam, pero el filme no demanda más. Esto se debe a que pese a la reiteración de este formato la directora lo compensa con diferentes ángulos de cámara y abundancia de escenarios: la gran casa de Adam provee de grandes escenarios internos y externos en los que la decoración y el uso de la luz enriquecen en gran medida la película. Además, basta con estos planos para que el espectador perciba la evolución y los sentimientos de los personajes.

A través de los diálogos vamos conociendo a los personajes de una forma natural, presentándose ante nosotros sus virtudes, pero también sus imperfecciones. Morales nos hace partícipes del proceso de conocer a una persona, pasando a formar parte de la película. No son personajes ampulosos, sino que nos resultan tremendamente familiares, dando la sensación de que los conocemos toda una vida. Sin tener una temática determinada, observamos como una gran cantidad de temas confluyen y fluyen por la película. Se trata el amor que siente Adam hacia su marido, se trata la homosexualidad, las diferencias culturales entre Adam (estadounidense) y Cariño (costarricense), pero siempre manteniéndose en un estricto segundo plano, en el cuál la trama avanza por capítulos de forma cuidadosa a la par que avanza la amistad entre los dos protagonistas.

Estos capítulos, titulados: “Inmersión”, “Comprensión”, “Contexto”, “Gramática”, “Créditos extra” y “Fluidez”, guardan una relación estrecha con el avance de la amistad entre los coprotagonistas y de cierta forma enmarcan los puntos clave que hacen que esta amistad prospere. No obstante, parecen ser una decisión meramente estética, que no aporta gran cosa al filme.

Quizá el gran fallo de la película sea la poca profundidad de los coprotagonistas (y únicos personajes), de los cuales desconocemos en gran medida su pasado, carácter y entorno. Esto se hace especialmente obvio en el caso de Adam (no llegamos a saber si tiene más familia aparte de su marido, o si tiene más amigos, lo cual puede desconcertar al espectador). Pese a todo, creo que el desconcierto en cuanto a los personajes les concede gran parte del encanto que transmiten y que en el cine, al igual que en la vida, no siempre es necesario saberlo todo.

Natalie Morales consigue realizar una película intimista, en la que con solo dos personajes y una videollamada de zoom somos participes del bonito florecimiento de una amistad auspiciada por los pequeños baches que la vida deposita en nuestro camino.

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