23 de abril de 2024

Críticas: Suzume

Sellando la llaga sísmica.

Ya cuenta con décadas de tradición a sus espaldas y su éxito comercial dentro y fuera de sus fronteras ya nunca sorprende, pero pocos directores de anime cuentan con el prestigio y el tratamiento de autor. Seguimos idolatrando (con justicia) a unos cuasi retirados Hayao Miyazaki e Isao Takahata adentrados en el nuevo milenio, y tras la pérdida temprana de Satoski Kon la atención crítica se alinea acertadamente con Mamoru Hosoda y reivindica desde los márgenes de la experimentación a Masaaki Yuasa. Pero el único realizador nipón de animación que ha aunado un reconocimiento crítico con fenómeno popular a gran escala desde Studio Ghibli ha sido Makoto Shinkai. Tras el fenómeno social de Your name, y cuatro años después de El tiempo contigo llega el buen tiempo en abril y con él su nuevo largometraje, que fue presentado en la Berlinale entre entusiasmo crítico y ya está arrasando en las taquillas de Asia. Hablo, por supuesto, de la anticipada Suzume. Un título que continua maniobrando en las coordenadas estilísticas y emocionales habituales del cine de Shinkai, para un viaje de superación que es su obra mas ambiciosa y espectacular. Lo cual, en particular durante su segunda hora de metraje, no implica necesariamente que sea la mas redonda. Un título intenso, cargado de fuerza metafórica.

El espacio en el que sucede la ficción, en este caso una Japón que combina el urbanismo y la tecnología mas sofisticada con la calma de la naturaleza y los espacios rurales, es un personaje fundamental de Suzume, como también es un factor definitorio reflejar la relación de los ciudadanos con sus terminales móviles o las redes sociales. Es una película protagonizada por una adolescente y, en la tradición del anime juvenil, indaga en su psicología, su angustia y sus frustraciones pasionales, en tanto la acompañamos durante la totalidad del metraje. Ante todo el relato se desarrolla como un coming of age, pues Suzume debe superar un problema que afecta a todo el país para, en realidad, cerrar heridas del pasado y hallar respuestas a sus incógnitas por iniciativa personal, si bien dispondrá de acompañantes en su cruzada. Pero sin duda el mayor acierto de Shinkai es la personalidad y construcción de la Suzume protagonista, cuya evolución descubrimos a través, y en paralelo, a ella, recurriendo a la aventura clásica como ruta de viaje. Una carrera a contrarreloj por todo el país donde elementos mágicos de otro mundo interceden puntualmente para impulsar el desplazamiento de Suzume y Souta hacia su destino.

Filme idóneo para el público juvenil que brilla a nivel técnico, combinando el trazo bidimensional común del anime con tridimensionalidad digital, creando volumen desde la perspectiva de tomas en movimiento y composiciones con transfocos y elementos en varios términos. Y es a su vez vigorosa en su apartado musical, utilizando la banda sonora de Radwimps para incrementar el impacto dramático de la trama y refrendar la faceta pop del imaginario de Shinkai que ya causó sensación en trabajos previos. Entra por los oídos y entra también por los ojos, poniendo en escena desde un prisma fresco una mitología propia. Mitología mágica en la que es fácil reconocer ecos del imaginario de El viaje de Chihiro. La apariencia física y las dimensiones de los personajes, la construcción del relato en etapas, las maldiciones sobre algunos personajes…Y, especialmente, por su concepción de los espacios abandonados, y escenarios humanos invadidos por la naturaleza, como umbral a lo fantástico. La relación de Japón con la tecnología es indisociable, pero no mantendrán su prosperidad si pierden su conexión con la naturaleza.

Y como sucediera con el cine de Miyazaki, nos encontramos ante un trabajo de concienciación medioambiental. Las amenazas sobrenaturales simbolizan la devastación de los terremotos, presentes en el filme e interiorizados por todos los japoneses en sus teléfonos móviles. Pero el asunto nuclear de la propuesta de Shinkai es representar el trauma de los tifones y del maremoto de Fukushima a través de la fantasía. El rumbo del relato es circular, y para poder crecer hacia el futuro como ciudadana, de la mano de Japón como sociedad urbanita y digital, es en armonía con la tierra de la que procedemos y superando el duelo por las víctimas de los cataclismos.

Lamentablemente, el filme no alcanza equilibrio el equilibrio al integrar la tragedia romántica. Como sucediera en trabajos previos de Shinkai, el efectista exceso melodramático de histrionismo lacrimógeno direcciona el tono emocional hacia coordenadas ruidosas y exhibicionistas, arruinando la delicadeza de su primera hora de metraje. Pues si lo sucedido hasta llegar a Tokio fluye con dinamismo, humor y personalidad, la película se empantana desde ahí, intercalando un tramo de expectación hacia el clímax descompensado en cuanto al tempo, derivando la resolución del conflicto principal allá donde algunos flashbacks nos permitían intuir que lo harían pero con nuevos personajes y rasgos cómicos que no resultan tanto recursos como obstáculos. Y un clímax explosivo donde la acción fantástica se integra peor en su función alegórica, mas una distracción vistosa que un resorte expresivo.

Melodramática, trepidante y contemporánea en su espíritu y en su manera de integrar el imaginario corporativo, Suzume puede resultar distante para aquel que no esté acostumbrado al cine de animación japonés, pero ofrece los suficientes elementos de interés para deleitar a todo espectador de mirada abierta.

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