27 de abril de 2024

Versus: Perros de paja (1971 / 2011)

Siempre hubo pioneros: esta vez estrenamos la sección Versus con las versiones de Perros de paja de Sam Peckinpah (1971) y Rod Lurie (2011), indignación incluida.

Tengo el honor de inaugurar una nueva sección y quiero empezar haciéndolo con quejas. Y es que no puede ser que porque sea el último mono de la web me manden a analizar cosas como el remake de Sam Peckinpah teniendo como tengo tan pocos momentos libres para disfrutar del séptimo arte. Ahí tengo en la estantería con mirada suplicante la carátula de Rojo oscuro (Profondo rosso, 1975) de Dario Argento, junto con tantas otras cintas que me ha prestado Grandine y no voy a tener tiempo de ver. Maldita la hora donde me apunte a esto. Claro, y encima no entrego el artículo a tiempo y me ladran. No es justo, de verdad que no.

Hay que esperar a los créditos finales para constatar uno de los mayores errores de la cinta de Rod Lurie respecto al original de Peckinpah. Viene a decir que es una adaptación de la cinta de 1971 (y no una re-adaptación del material original, el libro, como sí hicieron los Coen con Valor de Ley, por ejemplo). Es decir, uno ya ha asistido durante 110 minutos a una cinta que no huye en ningún momento de ser proclive a las comparaciones… porque narrativamente intenta ser exactamente la misma cinta. Entonces queda en el aire la única pregunta que perdura después de ver la obra. ¿Era necesario?

Y es curioso, porque si bien narrativamente son dos gotas de agua con pequeños cambios, no se parecen en nada. Y esa diferencia puede resumirse en un mundo. O en una frase.

«Más despacio» decía una sensual Susan George en un momento de la película homónima.  ¡Pero qué momento! La violación más ambigua del cine. Lo que empezaba como un acto de violencia machista sobre ella cambiaba radicalmente cuando ella lanzaba esta frase. A partir de ahí a muchos se les hizo cuesta arriba aceptar la propuesta que nos lanzaba su director, la calma antes de la tormenta daría paso a una explosión de violencia con Dustin Hoffman aniquilando paletos.

«Más despacio». Joder. Esa frase adquiere una significancia especial. La película se mueve en esa ambigüedad. Es terrible. Y te hace preguntas que no consigues responder. Porque, para quien no lo sepa, el cine puede servir para eso.

En cambio, en el remake del año pasado no encontramos esa frase. Son otros tiempos. Es algo personal, pero hoy en día sería imposible, y de hecho la obra de Rod Lurie es la constatación de ese hecho, de que una obra con la intención que tenía la original no sería viable. Simplemente nadie la financiaría. ¿Para qué? ¿Para que algún grupo de presión o colectivo de lo que sea se queje por discriminación? Todo ha cambiado. Ahora una escena como la de esa violación estaría mal vista. Esa violencia no, nos dicen. En cambio esa otra violencia, en la del remake, con el prota destrozando a paletos sureños manchando de sangre toda la casa, esa sí es permitida. Permitir una y no la otra nos dice mucho más de nuestro tiempo de lo que podríamos pensar.

Y es que todo ha cambiado. No dejo de recordar la anécdota respecto a Russ Meyer y su cine. Russ Meyer era ese cineasta que hacía pelis con mujeres con enormes pechos (exigencia para todas sus actrices) que se iban acostando con hombres, con desnudos de mujeres e incluso con algunos desnudos integrales de hombres. Normalmente todo se resumía en una mezcla extraña de comedia disparatada, serie B y cine erótico. Pues bien, Russ Meyer disfrutó de cierta admiración por parte de los jóvenes, incluyendo a ellas, ya que su cine fue leído como parte de la liberación sexual de la mujer: en sus pelis, las mujeres eran quienes manejaban a los hombres, ellas tenían el poder (hay una peli suya, Supervixens, que se puede resumir en una road movie de un tipo que va siendo violado en contra de su voluntad allá por donde pasa, hasta encontrar el amor al final).

En cambio, hoy en día se puede escuchar algún comentario sobre lo mucho que ese machista denigraba la imagen de la mujer. Las cintas no cambian; los espectadores y su mirada, sí.

Con todo esto quiero hablar del tiempo que nos ha tocado vivir. Si uno quiere una ración de colores diferentes en un personaje, historias ambiguas y salir con varias preguntas sin resolver en la cabecita, no debe dirigirse a al cine a ver los estrenos, donde no encontrará en cartelera nada que se le parezca a Perros de paja o La Batalla de Argel. Al contrario, debe sentarse en su sofá de casa y disfrutar de una de las muchas series de televisión que se ofertan. La ambigüedad moral se ha trasladado a la pequeña pantalla del salón de casa o incluso de nuestros portátiles.

Volviendo a las odiosas comparaciones, alguien puede incurrir en el error de señalar que hay más violencia en la nueva adaptación. Ojo porque no. Hay más sangre, no más violencia. La violencia formal que transmite en cada plano Peckinpah no ha sido superada. Cada plano, cada composición, cada detalle estaba cuidado para respirar violencia y ante todo, tensión. En el remake hay algo de eso, pero sin la maestría ni las malas pulgas de Peckinpah.

Hay que decir algo bueno del remake. Perros de paja de Rod Lurie no es una mala película. Innecesaria e inútil sí, pero no mala. Su director y guionista sabe contar una historia que no pierde nunca interés. Su problema es que nadie, en ningún momento, dice algo así como «más despacio».

Es curioso cómo comparten muchas de las mismas escenas y sin embargo el remake no tiene la fuerza ni las ganas de jodernos el alma del original. Porque eso era lo que quería Peckinpah, jodernos el alma.

4 comentario en “Versus: Perros de paja (1971 / 2011)

  1. Grandísima reseña, Pablo! Buenísimo ese toque tan propio que le has dado al principio 😛 Eso sí, no te quejes que mis películas llevan mucho tiempo en tu estantería!! xD

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