20 de abril de 2024

Críticas: Vaiana

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Colonialismo animado.

Hay una variable que viene repitiéndose en las últimas producciones de Disney (o de su filial Pixar) según la cual la calidad de cada largometraje es inversamente proporcional a la del corto que lo precede. Así, podemos recordar por ejemplo la nefasta historia del volcán cantarín de Lava (James Ford Murphy) y lo brillante que era, inmediatamente después, Del Revés (Inside Out, Pete Docter y Ronnie del Carmen).

En el caso del cortometraje Inner Workings (Leo Matsuda) y el largometraje Vaiana (John Musker y Ron Clements) el equilibrio es mucho mayor, pero lo más curioso de ambas es cómo recuperan de forma invertida la doble sesión referida más arriba. Pues si el corto Lava eran literalmente dos islas y Del Revés tenía como espacio el interior de una persona, ahora es Inner Workings el corto que anima el interior del ser humano, con esos órganos que toman vida, mientras que el largometraje Vaiana nos traslada a unas exóticas islas del sur del Pacífico, con otro volcán como personaje principal.

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Sin embargo, en tanto que película exclusivamente del estudio Disney, Vaiana es la heredera natural de El viaje de Arlo (The Good Dinosaur, Peter Sohn) y Frozen (Chris Buck y Jennifer Lee). En relación a la primera, nos encontramos con una estructura narrativa que sigue a pies juntillas y punto por punto el canónico viaje del héroe descrito por Joseph Campbell en su libro El héroe de las mil caras (1949); en relación a la segunda, Frozen, nos encontramos de nuevo -entre otras cosas- con una protagonista en femenino y un apartado musical tan perfecto como pegadizo. Puede que difícilmente llegue a alcanzar los límites de Let it Go (si es que alguna vez se repite), pero la música con ritmos tribales compuesta por Lin-Manuel Miranda, Mark Mancina y Opetaia Foa’i para Vaiana es sin duda el punto fuerte de la película.

Poco que añadir, por otra parte, en relación al apartado visual, de una factura impecable. Llenas de colorido, las imágenes de Vaiana atrapan al público con un poder de fascinación similar al ejercido por el cangrejo que habita en el oscuro fondo de su océano. Uno de los muchos peligros, esta cueva de las maravillas andantes, a los que tendrá que enfrentarse en su viaje la princesa Vaiana (Auli’i Cravalho), en un intento por acabar con la oscuridad que amenaza la isla gobernada por su padre. Una aventura para la que contará con la ayuda del héroe fanfarrón Maui (al que da voz un comiquisimo Dwayne Johnson “The Rock”) y la compañía de un gallo con las mismas pocas luces que el ave desequilibrada de Buscando a Dory (Andrew Stanton y Angus MacLane).

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No resulta extraño, por tanto, esta tendencia continuista dentro de la tradición de Disney, capaz de asumir las conquistas de todas las películas que le preceden en el estudio, si tenemos en cuenta que los co-directores de Vaiana no son ni más ni menos que Ron Clements y John Musker, una pareja con una lista que sin duda los avala como dos de los grandes del estudio: Basil el ratón superdetective, La sirenita, Aladdín, Hércules, El planeta del tesoro, Tiana y el sapo y ahora Vaiana.

Al igual que en muchas de ellas, la mitología se convierte en el fondo de una película que amplía los horizontes del imaginario de Disney, en un gesto expansivo (¿colonizador, tal vez, de nuevos mercados?) que se hace visible en esa imagen catártica de esos barcos liberados por Vaiana, que se desplazan por los mares en busca de nuevas islas, recordando su condición atávica de colonos y de conquistadores. Imposible no ver en esas naves al propio estudio Disney, que repite la fórmula, y parece que siempre la repite igual de bien.

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