19 de marzo de 2024

Críticas: Matthias & Maxime

El recuerdo indeleble.

En situaciones de desconcierto e incertidumbre hay que adentrarse tarde o temprano en terreno desconocido, improvisar en procedimientos sin referentes. Ante posibles meses de cierre de las salas de cine por la cuarentena, las distribuidoras deben afanarse encontrando maneras de hacer llegar las películas a los espectadores. Esto es lo que ha optado por hacer Avalon, que de la mano de la plataforma de suscripción Filmin (que, sin duda, tiene una oportunidad de oro para hacerse fuerte durante estos días) organiza este fin de semana un preestreno exclusivo de su siguiente gran apuesta. Una película muy anticipada dentro del cine de autor, nuevo trabajo de un realizador (sorprendentemente veterano considerando su tierna edad) venerado por la crítica y cinefilia. Es Matthias y Maxime, el nuevo trabajo de Xavier Dolan, presentada en el último Festival de Cannes y vista también en la competición oficial de Gijón. Filme recibido con opiniones dispares pero que en este contexto de escasez fílmica aterriza como agua de mayo. No soy ni por asomo el mayor experto ni admirador de Dolan, pero su talento como realizador está demostrado, por lo que poder analizar esta película previamente a su llegada al VOD era todo un honor. Emprendí mi misión con optimismo y mente abierta. Y aún con sus apuntes de interés, a duras penas puedo recomendar una película harto decepcionante. Filme de formas elegantes y nobles intenciones emotivas, pero que se desenvuelve a trompicones y no logra que conectemos con intensidad con los personajes y sus conflictos.

El joven Maxime, que cuida en práctica soledad de una madre conflictiva, partirá en pocos días de su Canadá natal a Australia, donde vivirá los próximos dos años. Los últimos días de ese verano los pasará en la compañía de su grupo de amigos. Para hacer el favor a la hermana pequeña de uno de ellos, Maxime se prestará a darse un beso con su amigo Matthias en una escena del corto que está rodando. Esta acción aparentemente inofensiva desatará el retorno del recuerdo de un pasado pasional, que dolerá candente ante la imposibilidad de recuperarlo. Drama romántico adolescente de conflictos de orientación sexual con los rasgos de estilo reconocibles del canadiense. Película de energía y espíritu juvenil en la que la música es reflejo de la angustia psicológica de sus protagonistas y elemento definitorio de la personalidad del filme. Su ecléctica selección musical es, como se podría esperar, lo mejor de la cinta, dotando de energía dramática a varias secuencias de montaje, demostrando la sensibilidad habitual del cine de Dolan. También es digno de mención el atractivo visual de múltiples encuadres, en un filme fotografiado con gusto y lleno de una rica variedad de recursos visuales (zooms con cámara en mano en las discusiones, planos acuáticos, estilizados juegos con la velocidad de las imágenes en una fiesta), que en su conjunto no ofrecen un discurso coherente (se articulan con cierta arbitrariedad) pero son lo suficientemente atractivos como para atrapar la mirada del espectador. En lo que a faceta de realizador de un director de cine se refiere, es cierto que nos encontramos ante una película bien realizada. Un filme que nos sitúa en un mundo de características y personajes nada exentos de carisma, engranado por unas dinámicas juveniles que nos implican en sus primeros compases.

Lamentablemente, hablamos de una película desvaída, considerablemente desenfocada, que deambula sin un rumbo definido durante un metraje que se torna excesivo. Pese a dispersar numerosos apuntes, un tanto reiterativos, los personajes nunca llegan a quedar demasiado definidos. Y el núcleo del filme, el romance pasado, se presenta muy desdibujado, no conectamos emocionalmente con la intensidad amorosa contenida. Y la manera de imbuir al largometraje de potencia emotiva ofrece unos resultados prefabricados, estereotipados, poco naturales. Es un desperdicio que en una película que gusta tanto del exceso de verbo y del histrionismo en algunas instancias no perfile con más dedicación la relación de los personajes del título. Aún siendo un filme de reminiscencias, su resultado es endeble, que va de menos a más y clausura en un cierre tímido, tan indefinido como el fluir de su segunda mitad.

Los aficionados incondicionales del joven director no podrán perderse este largometraje. Para el resto, Matthias y Maxime es una opción más que correcta sabiendo la coyuntura en la que nos encontramos, pero una a la que acudir sabiendo a lo que atenerse.

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